Son pocas las mujeres que trabajan como equipadoras profesionales y menos aún las que forman parte de un equipo fijo de setters. Aprovechamos el paso de Shirleys Noriega por Sputnik para que nos cuente cómo es eso de ser una de las pioneras en este oficio “de hombres”.

A Shirleys Noriega (Barquisimeto, 1986) le gustan las historias curiosas, como la de las diatomeas, unas algas que producen más del 20% del oxígeno del planeta. “Lo que más me gusta leer es el National Geographic y aprender de diferentes cosas”, explica. Eso y los animales. Nos lo cuenta mientras nos enseña una foto de su perro Yaco, un golden retriever tuerto que ya ha pasado unas cuantas veces por el quirófano. Es uno de esos animales que parece sonreír a pesar de los altibajos de la vida. Y dicen que los animales se parecen a sus dueños. La delicadeza de Shirleys, contenida en unos ojos grandes y vidriosos, contrasta con su pelo rapado y sus manos, limadas por la aspereza de las presas de escalada.

Hay pocos preámbulos en la conversación que tiene lugar en La Cantina de Spuntnik y Shirleys entra rápido en materia: “El setting te tiene que gustar para quedarte y trabajar solo con hombres. No es un camino fácil pero la escalada misma antes era mucho más de chicos”, señala. La profesión, ya dura de por sí, contiene un extra si eres mujer: “Hay gente dudando todo el rato de si vales para esto. Yo sé que puedo hacerlo, pero te lo tienes que creer. Y demostrarlo constantemente”. En algunos rocódromos la han rechazado argumentando que no podía cargar con los volúmenes grandes ella sola, algo que también señalaba su compañera de profesión Mari Alarcón. “Cuando me dicen eso yo me pregunto: ¿Voy a tener que equipar sola o trabajamos en equipo? Porque todo el trabajo pesado se hace mucho más fácil entre dos”, comenta, y para eso da igual si eres hombre o mujer.

Shirleys descarga una caja llena de presas de la grúa.
Shirleys descarga una caja llena de presas de la grúa con su compañero Simón.

 

En otras ocasiones Shirleys ha tenido que escuchar que las mujeres no pueden equipar bloques duros. “Me suelo encontrar que la gente siempre da por hecho que las cosas difíciles las equipa el hombre. Y se sorprenden cuando se enteran de que lo he hecho yo”, agrega, “aunque sé que la mayoría de estos comentarios es por falta de conciencia». Ella misma fue ganando esa conciencia con el paso del tiempo y ha ido transformando su respuesta ante situaciones donde se siente tratada de distinta manera que sus compañeros: “Hace años me habría puesto de uñas. Ahora si no me siento cómoda en un sitio, sencillamente no voy”.

Trabajos “de hombres”

Shirleys nació hace ahora 35 años en Barquisimeto, conocida como la capital musical de Venezuela y donde las flores doradas del araguaney pintan las calles. En la década de los 50 la ciudad comenzó a recibir inmigrantes, especialmente exiliados de la guerra civil española, como fue el caso del abuelo de Shirleys. Ella es la segunda de los tres hijos que tuvieron Nancy y José. Fue su padre, según nos cuenta la equipadora, quien le enseñó «a soldar, a cambiar las pastillas de freno de un coche o a trabajar la madera”. Así que, antes de dejar Venezuela a sus 21 años, ya había trabajado haciendo podas, trabajos verticales o limpiando cristales en su país natal. Curiosamente fue al aterrizar en España y acercarse al setting –una ocupación emergente que aún no cuenta con la trayectoria y solidez de otras disciplinas–, cuando Shirleys comenzó a percibir que se estaba adentrando en una profesión habitualmente copada por hombres. “Puede que antes no fuera consciente de los comentarios, era muy joven”, reflexiona, “pero fue al llegar al route setting cuando sentí la diferencia de trato”.

Lo que más me gusta de equipar es construir los bloques que quiero, regalárselos a la gente y darles emociones.

La vida tampoco se lo puso muy fácil: después de haber vendido todas sus pertenencias para poder costearse el viaje hasta España, al poco de aterrizar sufrió un atropello que le borró la memoria por completo durante diez días. No tenía familia, tampoco nacionalidad y no se acordaba de su único compañero, Carlos Catari, con quien había llegado a España. Tardó dos años en recuperar la normalidad y volver a escalar fuerte, porque durante aquella época la amenaza de sufrir un nuevo colapso de su memoria le disuadió de asumir situaciones de miedo y estrés.

La estrella de los tirafondos

Recuperada la normalidad, Shirleys comenzó a competir y equipar sus primeros bloques. En algunas competiciones invitaban a los escaladores a montar sus propios problemas y fue así como se introdujo en la profesión. Más adelante intercambiaría sesiones de equipamiento en un rocódromo de Barcelona por entradas para poder entrenar allí.

Fue en 2017 cuando formó parte del Chicas Route Setting Tour, una gira en la que, junto con Mari Alarcón y Anna Giménez, estuvieron equipando rocódromos por Alemania. “Nos llevaron como si fuéramos unas súper estrellas pero en realidad no teníamos tanta experiencia”, recuerda mientras la sonrisa asoma a su boca. “Estábamos muy cohibidas, rodeadas todo el tiempo de tíos que se reían de las cosas que nos pasaban: que si se nos caía un tornillo, no podíamos poner un volumen… Les hacía gracia”, evoca. Y con la mirada fija en aquella experiencia dice: “Ahora lo pienso y, claro, sí tiene que hacer gracia que te traigan un equipador que no sepa poner tirafondos”, dice haciendo referencia a los tornillos que fijan las presas para evitar que estas giren.

Tras la experiencia de Alemania, Shirleys se ha convertido en la estrella de los tirafondos.

 

Si algo tienen los grandes fiascos de la vida son los aprendizajes que dejan. En su caso Shirleys se obcecó en ser capaz de poner un tirafondos hasta durmiendo. “Y dejarlo todo perfecto antes de probarlo yo, porque alguna vez he sacado algún volumen de la pared al ir a probarlo”, nos cuenta con mirada tenaz.

A pesar de la experiencia ganada durante estos años de trabajo, se sigue encontrando con que, por ser mujer, su opinión no es tenida en cuenta a la hora de graduar un problema. “Esto no está equipado para ti, me dicen. Pero entonces, ¿para quién estamos equipando?”, objeta ella. Quizás tenga que ver con que los equipos de setters, en su mayoría formados por hombres, piensan que el público para el que equipan son hombres jóvenes como ellos. Sin embargo, un vistazo a las salas de cualquier rocódromo puede desmentir este prejuicio. El perfil de gente que escala en las salas comerciales es cada vez más variado en lo que a edad, complexión o género se refiere. “En un equipo debería haber de todo para que exista de todo en la sala”, aclara, “si no, la dificultad solo se definiría por movimientos largos. Por eso las mujeres son muy necesarias”.

La variedad en el equipo enriquece el setting. ¿O queremos solo bloques llenos de pasos largos?

Después de las sesiones de trabajo, Shirleys se queda a observar a la gente que viene a escalar, no solo para saber si al rocódromo acuden más adolescentes, personas mayores o chicas. También para ver cómo reaccionan ante los pasos o movimientos que ha creado para ellos. “Eso es lo que más me gusta de mi trabajo: construir los bloques que quiero, regalárselos a la gente y darles emociones. Si te quedas a mirar a la gente disfrutando, da mucha satisfacción”, y es posible ver un brillo en sus ojos al decirlo.

Derecho a equivocarse

Uno de sus grandes aliados en normalizar el oficio de setter entre las mujeres es su compañero de vida y escalada, Carlos Catari, con quien dirige All4Climbing, empresa con la que quieren impulsar el route setting. “Ofrecemos cursos de formación y tenemos como norma que tiene que participar al menos una mujer en ellos, si no el curso no sale”, nos explica. No hace falta tener experiencia previa para formarse como setter, tampoco un grado determinado de escalada.

“En este oficio necesitas tener mucha seguridad en ti misma y en los cursos se lo digo a las chicas”, relata Shirleys. “Suele ocurrir que, cuando alguna de ellas no está segura de cómo hacer algo, vienen los chicos y le dicen que lo que está haciendo no está bien y cómo lo tiene que hacer. Yo les digo que tienen que hacerlo solas para aprender. Algunos se lo toman mal. Y yo les digo a ellas: Si tú no crees en ti, ¿qué es lo que vas a transmitir en tus bloques? ¿Inseguridad?”.

Shirleys merodea por la sala después de las sesiones de setting para ver las reacciones de los escaladores.

 

Más allá de transmitir las técnicas del oficio, el deseo de Shirleys parece ser el de trasladarle a las equipadoras una confianza ciega en su propio criterio e ideas: “Algunas acaban llorando del estrés que les supone que les critiquen una cosa. Pero a quien le tiene que gustar lo que están haciendo es a ellas. Queremos que se sientan seguras de lo que están haciendo”.

Ninguno de los equipadores hombres que diseñan hoy día las principales salas de escalada nació con un taladro en la mano. Probablemente todos han roto presas o arañas (…), ¿por qué no permitir que las compañeras de profesión tengan el mismo recorrido?

A pesar de seguir abriendo huella junto con otras compañeras de profesión como Francis Guillen, con quien suele colaborar, Shirleys reconoce que es un buen momento para dedicarse al setting. Así lo demuestra que no le esté faltando el trabajo porque “cada vez son más las salas que quieren tener mujeres en sus equipos. Se dice que no hay equipadoras y sí que las hay, quizás con poca experiencia pero es una oportunidad para los rocódromos de formar a mujeres y que equipen como a cada sala le guste”, propone. Ninguno de los equipadores hombres que diseñan hoy día las principales salas de escalada nació con un taladro en la mano. Probablemente todos han roto presas o arañas –las tuercas que sujetan las presas por detrás del plafón– en su periodo de aprendizaje hasta llegar a perfeccionar su trabajo, ¿por qué no permitir que las compañeras de profesión tengan el mismo recorrido?

Posiblemente la de setter no es una ocupación en la que nadie quiera jubilarse, el lomo no aguanta lo mismo a los 50 años que a los 35. Sin embargo, esta actividad ha marcado la escalada de esta equipadora, no solo porque le motiva entrenar para probar los bloques que plantea, sobre todo porque “desde que soy setter tengo más repertorio gestual y veo más fácilmente los movimientos que hay que hacer”.

Shirleys estudió Biblioteconomía, una profesión demasiado aburrida para el ímpetu que desprende cuando atraviesa la sala de boulder pero que quizás le permita leer la National Geographic con avidez si alguna vez se cansa de equipar. Mientras tanto, seguiremos viendo sus avances como equipadora y referente para otras mujeres que quieran dedicarse al setting. Y, probablemente más pronto que tarde, podrá mirar atrás y le parecerá una rareza ser la única mujer en un equipo de hombres.

2 COMENTARIOS

  1. Excelente entrevista para una chica que no le teme a los retos, Shirley asume sus responsabilidades con pasión y amor, y eso es lo que trasmite en sus bloques y en su vida.
    Toda una guerrera siempre con su sonrisa y personalidad arrolladora…sigue adelante Shirley el límite es el cielo…

  2. Una mujer con ímpetu, extrema y guerrera. Lo que la hace única es su personalidad, nunca cambia es la misma de siempre. Y siempre le ha encantado estos tipos de deportes desde que era niña. Donde los hombres prevalecen, pero ella rompe los esquemas y nos representa muy bien en esos espacios. Mujeres al poder vamos mi guerrera, así es amiga. Te quiero mucho felicidades tu amiga alisandra

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