Hemos apretado la rosca del mosquetón de seguridad con tanta fuerza que después somos incapaces de girarla con las manos sudadas o insensibles debido al frío. El Doctor Márquez nos da una receta casera que suele funcionar.
El colega piensa que cuanto más apriete la rosca del mosquetón, más resistencia tendrá. Los hilos de la rosca están machacados. Hemos detenido una caída importante de forma un poco brusca. Le hemos dado un golpe contra una piedra… Hay muchas circunstancias que dejan la rosca del mosquetón de seguridad como el tornillo de un submarino. Si a eso le unimos cansancio, frío o manos sudorosas las posibilidades de desenroscar la pieza comienzan a descender.
Generalmente basta con aplicarle tensión al mosquetón (colgándonos de él longitudinalmente, por ejemplo) pero no siempre tendremos a mano un lugar en el que anclarlo. Así que el Doctor Márquez nos explica una sencilla fórmula para que la superficie de la rosca gane adherencia y así aplicar más fuerza sobre ella.