En los últimos 20 años Pedro Bergua ha dedicado buena parte de su vida a plantear hipótesis sobre el complejo mundo del entrenamiento y a ponerlas a prueba con el método científico. Hemos aprovechado su paso por Sputnik, como profesor en la formación de los futuros técnicos superiores de Escalada, para hablar sobre este trabajo y de paso echar por tierra viejos, pero vigentes, preceptos de la preparación de los escaladores.

 

Después de ocho años de investigación para acabar su tesis –Fuerza y resistencia específica en escalada: valoración mediante suspensiones–, Pedro Bergua (Huesca, 1981) descubrió que un valor que él mismo había tomado en decenas de escaladores estaba mal medido. No dudó en tirar a la basura dos años de trabajo y repetir el proceso. Metódico, e incluso algo “obsesivo”, dirán algunos, Bergua ha aportado, y aporta, un incuestionable y valioso conocimiento a una materia que aún se encuentra muy poco avanzada si la comparamos con otros deportes de competición. Este trabajo, en el que se suma su propia experiencia en el alto nivel, constituye la base de su labor como entrenador y también la de otros profesionales con los que comparte estudios y conclusiones.

Pedro, acompañado de su inseparable artilugio que él mismo diseñó y construyó para tomar datos en las investigaciones, ha pasado por Sputnik estos días como profesor del TD3 de Escalada.

Pedro Bergua, a la izquierda, y su “máquina de medir” durante una clase en la formación del TD3 de Escalada.
Pedro Bergua, a la izquierda, y su “máquina de medir” durante una clase en la formación del TD3 de Escalada.

 

Pedro, ¿a qué te dedicas actualmente?
Entreno escaladores y doy formaciones. Ahora también hago “asesoramientos”, una fórmula para ayudar a gente que me pedía entrenamiento pero con los que no podía comprometerme, porque un entrenamiento personal implica mucha dedicación. En el asesoramiento tomo valores objetivos del estado del escalador y hago un planteamiento a medio plazo. En el entrenamiento personal hago más controles, estoy más encima, hay un contacto más directo con el deportista y dedico mucho más tiempo, por eso no puedo atender a mucha gente. También hago investigación, pero con eso no me gano la vida, es mi herramienta para saber que estoy haciendo las cosas bien. Todos los estudios arrancan de hipótesis que yo me planteo cuando entreno a alguien. Es la forma de ponerlo a prueba con el método científico. Comprobar, midiendo, que lo que te has planteado sirve.

La ciencia sin la experiencia (entendida como el análisis de lo que haces, no solo el hecho de hacerlo), no sirve de mucho.

¿Cuál es el perfil de tus pupilos?
Muy variado. Desde gente que solo escala en roca a quien compite y escala en roca y algunos que solo compiten. Todos con algo de experiencia en el entrenamiento y, fundamental, comprometidos con el trabajo que vamos a hacer. 

¿Y con todo esto, tienes tiempo de “sufrir” tus propios entrenamientos?
[Risas] ¡Poco!, pero me gusta mucho entrenar y probar lo que luego voy a aplicar en otros escaladores, para saber qué se siente y el efecto que tiene. A los alumnos del TD3 les hablo del protagonista de La enzima prodigiosa –el libro de Hiromi Shinya, un médico que experimentaba en sí mismo todo lo que recetaba, y una vez casi se muere… El médico lo que hizo fue cambiar la forma de tratar a sus pacientes; les dejó de recetar medicinas y empezó a cambiarles hábitos de vida. Ahora sabemos mucho más que antes. Yo en los primero años me lesioné los dedos porque no entrenaba bien e hice un montón de burradas, y de ellas aprendes. Es un complemento al conocimiento científico: la ciencia sin la experiencia (entendida como el análisis de lo que haces, no solo el hecho de hacerlo), no sirve de mucho.

Tú venías de otros deportes, ¡del fútbol!
Hice de todo, pero sí, lo que más practiqué fue el fútbol; jugué hasta regional preferente. Me apasionaba pero luego, en la carrera, lo aborrecí. Hice la maestría sobre fútbol y me tocó analizar partidos durante muchas horas, jugada a jugada… Yo ya veía Matrix en la pantalla. Después me pasé dos años sin ver un solo partido. 

¿Cómo llegas a la escalada y qué encuentras en ella que te hace ser tan fanático desde el primer momento?
Encontré lo que no había encontrado en un deporte colectivo: que el resultado depende únicamente de ti, de tu esfuerzo. En el fútbol yo me esforzaba y entrenaba mucho, pero veía que el compromiso de otros no era el mismo y eso me frustró mucho. La escalada me flipó: las sensaciones, estar en altura, la naturaleza. Coincidió con mis 18 años y que tenía coche, me podía mover, era independiente… y fue todo súper guapo. Y sigo igual, me encanta escalar. 

Y ese fanatismo te lleva al mundo del entrenamiento, a investigar…
Eso es. Paralelamente estudiaba magisterio de Educación Física y acabé la licenciatura. Entonces me encontré con que se sabía poco y había poco publicado de cómo mejorar en la escalada. A partir de ahí empiezo a aplicar todo lo que estaba estudiando, todo lo que leía sobre otros deportes; probando y experimentando, primero en mí, luego en un compañero de carrera y luego en amigos, conocidos… Sobre todo escaladores, pero también a un ciclista, a un corredor, a uno que hacía circo, a mi prima que hacía maratón y estuvo en las Olimpiadas de Pekín y le ayudé con el entrenamiento de fuerza… Aprendí mucho de todos…, y lo sigo haciendo.

Entonces ¿de todos esos deportes que ya han desarrollado una teoría del entrenamiento sacas datos interesantes para aplicarlo a la escalada?
Claro, pero teniendo claro que la escalada es totalmente distinta. Los principios de entrenamiento sí se pueden aplicar, pero la forma de entender el deporte, la carga que supone y cómo medir el esfuerzo y todo eso no tienen nada que ver realmente.

Es un trabajo de muchísimas horas a cambio de… ¡de nada! Bueno, sí, aportas conocimiento y aprendes muchísimo, pero en España, evidentemente, no puedes vivir sólo de esto.

¿Por?
Sí que nos pueden valer los principios del entrenamiento de fuerza, pero la escalada es un deporte “intermitente” a nivel local (hago esfuerzo, dejo de hacer esfuerzo, hago esfuerzo…) y eso lo rompe todo, no hay ningún deporte parecido. Por eso la forma de entenderlo y cuantificar la carga es diferente.

¿Tienes algún referente cuando empiezas a entrenar y a investigar?
Autores, todos. En España, el libro de David Macià… Eva López, por supuesto, ha aportado muchísimo. Y de autores de fuera, pues leía todo lo que caía en mis manos relacionado con la escalada, publicaciones científicas… Simon Fryer para mí es un referente y en su tesis de 2013 introduce el NIRS [Near-infrared spectroscopy, Espectroscopia del infrarrojo cercano]… Hay muchísimos.

Imagino que los investigadores del entrenamiento de la escalada os debéis de encontrar en un punto intermedio entre la decepción, por estar tan retrasados con respecto a otros deportes, y la motivación que produce el horizonte infinito de lo que queda aún por descubrir, ¿no?
Imagínate que eres un equipador y llegas a un muro bestial ¡y no hay nada! Entonces dices: “Madre mía lo que puede salir aquí…”, pero tampoco puedes escalar porque aún no hay vías. Pues esto es más o menos lo mismo, ahora estamos en ese punto. La pregunta es: ¿vas a tener tiempo y motivación para hacer todo lo que te propones? Es un trabajo de muchísimas horas a cambio de… ¡de nada! Bueno, sí, aportas conocimiento y aprendes muchísimo, pero en España, evidentemente, no puedes vivir sólo de esto.

Pero sí que en la última década se ha avanzado mucho en este terreno.
Sí, yo hablaría incluso de los últimos cinco años. Con el tema del deporte olímpico ha crecido todo de forma exponencial. En el último año el grupo inglés de investigación vinculado a la firma Lattice ha publicado ¡10 estudios!, una barbaridad. Yo, para el último que acabamos de publicar sobre el umbral de oclusión (en la European Journal of Sport Science), me he tirado años. Pero bueno, es lo que hay. No puedes dedicarte sólo a investigar como ya he dicho. Es bonito, pero de eso no puedes vivir. Y lleva mucho tiempo que te quitas de estar con quien quieres, de hacer cosas que te gustan… 

Clase de entrenamiento en el TD3 de Escalada. Sputnik Formación.
Clase de entrenamiento en el TD3 de Escalada. Sputnik Formación.

 

¿En qué “puesto” está nuestro país en el escalafón de la ciencia de la escalada?
Pues no lo sé. La verdad es que hay estudios muy interesantes hechos por gente de aquí. No te sabría decir. Pero bueno, al final eso da igual. La ciencia es algo global. Lo que hacen en Nueva Zelanda nos enriquece y al revés, por decir algo. Luego está que eso sirva para mejorar en el entrenamiento, para evitar lesiones…, que es de lo que se trata. Cada vez vamos sabiendo más y esto repercutirá en beneficio de todos, ¡seguro!

Hiciste tu tesis en la Universidad de Zaragoza. ¿No alucinaron cuando propusiste el tema de la fuerza de los dedos?
Sí, y sobre todo porque pasaron más de 10 años desde que lo planteé hasta que acabé. Lo peor de todo ocurrió un año antes de finalizar. Llegué y le dije a mi director de tesis: “Hay que repetir todo otra vez, hemos medido mal una variable”. Dos años de trabajo con escaladores echados por tierra, no valía ningún dato. Para mí lo importante era que estuviera bien. Y fue entonces cuando construí este potro [nos enseña el artilugio portátil que tiene a su espalda], para poder ir yo a buscar a los escaladores a sus rocódromos. Cada semana viajaba a una provincia para coger muestras y hacer bien el estudio.

¿Qué buscabas en ese estudio?
Medía indicadores de la fuerza y de la resistencia en escalada, valorándolo con suspensiones. Ahí fue cuando empezamos a acercarnos a aproximar el umbral de oclusión (algo que hasta el momento en escalada no se conocía)…

¿Umbral de oclusión?
Es una intensidad en la que deja de llegar sangre a un músculo cuando trabaja de forma isométrica. Esa intensidad es variable en función de la persona, porque depende de adaptaciones tanto miotipológicas (tipo de fibras musculares en los flexores de los dedos) como vasculares. Como esas adaptaciones interactúan entre ellas, el umbral es variable. Y es importante conocerlo porque para medir bien la resistencia y el componente aeróbico o anaeróbico de la misma se necesita saber en qué momento concreto hay flujo y cuándo no en el músculo. En definitiva, esta información permite valorar de mejor manera la resistencia específica en cada escalador, y nos dice también qué adaptaciones pueden estar más desarrolladas y cuáles menos. Esto determina, en parte, el mejor modo de entrenarle.

Si no hay una valoración previa para conocer el perfil fisiológico (y otras muchas cosas) del escalador, es probable que el entrenamiento no te valga para nada.

¿Algo muy básico para que entendamos esto los iletrados en la materia?
En definitiva, que todos somos diferentes y que tenemos que entrenar de forma distinta, que no vale café para todos y que no existe un “método” de entrenamiento. Si no hay una valoración previa para conocer el perfil fisiológico (y otras muchas cosas) del escalador, es probable que el entrenamiento no te valga para nada.

¿Qué constituiría este perfil fisiológico?
Cuando hablamos del perfil fisiológico nos referimos a las adaptaciones que están más o menos desarrolladas a nivel local, en el antebrazo, que es donde se localizan los flexores de los dedos, los músculos más importantes para escalar (junto con “el cerebro” [risas]). Este perfil lo constituyen la fuerza relativa de dedos y la capacidad de manifestar resistencia con los mismos. En función de la modalidad, tendrá más peso la expresión del componente aeróbico o la del componente anaeróbico.

Me sorprende que los estudios modernos de la escalada pongan su foco en algo tan concreto como la fuerza de los dedos y que a la vez veamos cómo en las competiciones de boulder hay veces en que no agarran ni una maldita presa…
Sí, sí, hay de todo. Y bueno, también va un poco por modas. Los bloques tipo parkour son distintos y espectaculares. Hay muchísimos factores que determinan el rendimiento en la escalada, y los físicos son solo una parte de esos factores. Medirlos te permite entrenar de forma mucho más efectiva, y también más segura si controlas la carga que estás aplicando. Siempre oímos que la escalada “es muy rara”, “no entiendo nada”, “un día encadenas y otro no te mueves”… Lo que pasa es que no mides nada, no sabes la carga que supone cada pegue, o cada entreno que hacesPero es que nadie lo mide porque estamos empezando realmente ahora a medir todo esto. Ahora estoy haciendo un vídeo para explicar esta historia y compartirla con todo el mundo. Me parece algo necesario, no solo para entrenar mejor, sino para evitar lesiones. El control de la carga es el elemento fundamental en la prevención de lesiones, y en escalada es ahora cuando estamos empezando a saber medir todo esto. Necesitas un sensor de fuerza y hacer una serie de pruebas sencillas. Esto te permite saber qué esfuerzo has hecho (durante cualquier entrenamiento o día de escalada) y cuánto necesitas descansar para poder volver a hacer esfuerzos de calidad. Y esta es una de las claves para progresar del mejor modo, evitando lesiones.

¿Qué indicadores nos avisan de que un entrenamiento es de calidad o no?
El que NO exista una valoración inicial ya es una buena pista de que lo que te van a ofrecer no va a tener mucha calidad. También que no te den herramientas para autorregular la carga. Si te pautan una carga externa concreta (hacer tantas series de tantas repeticiones, etcétera), es muy posible que ese entrenamiento no se ajuste bien a lo que necesites hacer.

Llevar el entrenamiento de alguien es una responsabilidad grande, se van a dar unas pautas que van a influir en su salud, que van a generar un estrés físico y mental…

¿Hay mucho intrusismo en el entrenamiento de la escalada?
No…, ¡hay muchísimo! También hay gente que adquiere competencias para entrenar porque cursa una formación que sobre el papel te capacita para hacerlo, pero no sigue formándose ni reciclándose, algo obligatorio si quieres trabajar en este campo. Llevar el entrenamiento de alguien es una responsabilidad grande, se van a dar unas pautas que van a influir en su salud, que van a generar un estrés físico y mental… Y también ocurre lo contrario: falta de conciencia por parte del que recibe el entrenamiento. ¿Si te tienes que operar, acudes a alguien que no sea cirujano? Todo el mundo busca un buen especialista, pero en el ámbito del entrenamiento y más en concreto en escalada, esto no siempre sucede porque no se le da la importancia que tiene.

El entrenador Ekhiotz Alsasua, el psicólogo deportivo Miguel Santolaya y Pedro Bergua traman algo a comienzos de 2020 en La Cantina de Sputnik...
El entrenador Ekhiotz Alsasua, el psicólogo deportivo Miguel Santolaya y Pedro Bergua traman algo a comienzos de 2020 en La Cantina de Sputnik…

 


He visto a compañeros en el rocódromo, e incluso a ti mismo, colaborando con otros perfiles profesionales.
Es muy interesante ir de la mano con otros profesionales. Yo trabajo con psicólogos deportivos, nutricionistas, fisioterapeutas… Hay muchas parcelas que afectan en el rendimiento de una persona. Pensar en alto rendimiento (o en casos concretos de deportistas que acaban de salir de una lesión, que necesiten una rehabilitación específica) sin un equipo interdisciplinar es una utopía; imposible llegar a todo. Pero eso requiere de medios, claro, y muy poca gente se puede permitir algo así, incluso en altísimo nivel, porque lo habitual, en la escalada, es que cada uno se lo costee de su bolsillo. 

Para acabar, ¿te atreves a recomendarnos algunos libros sobre el entrenamiento?
El de Dave MacLeod, 9 de cada 10 escaladores cometen los mismos errores, me gustó mucho; habla de muchas cosas, no solo de entrenamiento físico, y está muy bien para iniciarse en el mundo de la preparación. Y, más específico, el que fue mi Biblia en la carrera: Fundamentos del entrenamiento de la fuerza, de González Badillo y Gorostiaga, referencias mundiales… Ah, y otro que me he leído hace poco, sobre el entrenamiento basado en la velocidad, también de Badillo.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí