Juan Malabar, un señor que vive del cuento

...Y que nos visita en 9 de septiembre de 2022 en Sputnik Las Rozas

Juan Malabar es maestro de Educación Infantil y psicomotricista. Después de doce años trabajando en un colegio decidió pedir una excedencia para dedicarse a lo que más le gusta: contar cuentos. Ya van más de 400 actuaciones en bibliotecas, teatros, salas, colegios y escuelas… y ¡en Sputnik! ¿Quieres saber más sobre Juan Malabar y cómo ha conseguido, literalmente, “vivir del cuento”?

Juan, ¿cómo se llama tu oficio: cuentacuentos, cuentero, cuentista…?
Pues la verdad es que hay mucho debate con el nombre de esta profesión, a mí me gusta decir cuentista y sobre todo me encanta decir que vivo del cuento.

¿En qué consiste?
Bueno, yo te puedo contar en que consiste para mí. Lo primero es encontrar una historia que me enamore y me muera de ganas de compartirla. Después buscar la manera de contarla, ver qué es lo que pide esa historia, si con el álbum en la mano o sin él, con qué objetos, a lo mejor quiere títeres o a lo mejor, nada. Luego juego mucho con el cuento y con los objetos. Después viene la parte más difícil que es contárselo a un grupo de niñas y niños, escuchar y observar su respuesta para ir moldeando el cuento hasta que esté listo para salir del cascarón. Una vez que compruebo que genera complicidad con el público y que me siento cómodo con él, empieza a rodar creciendo cada vez que lo cuento. Como ves, mi trabajo es una búsqueda continua. Tengo que confesarte que me hace muy feliz. Cuando dejé el aula hace doce años, ni me podía imaginar la aventura tan maravillosa en la que me iba a meter. Hay una frase de Jean Nouvel que lo define muy bien: “Trabajo con la seriedad de un niño que juega”. También tiene una parte tediosa y aburridísima que me lleva más tiempo del que me gustaría: papeleos, IVA, certificados, difusión, presupuestos …

¿Y no es suficiente ya con todos los “cuentos” que tenemos que oír a diario?
Je, je… Los cuentos nunca son suficientes, nos acompañan toda la vida, somos historias y estamos hechos de historias.

¿Qué experiencias has tenido con la montaña y la escalada?
Pues recuerdo que cuando tenía 20 años o así nos íbamos bastante a escalar, de hecho, hace poco encontré por ahí los pies de gato y el arnés. Pero la vida me llevó por otros caminos y la abandoné. La montaña siempre ha estado presente en mi vida, salgo mucho sobre todo con la bici, es una suerte vivir tan cerca de la sierra.

Juan Malabar durante su gran actuación en Sputnik Las Rozas.
Juan Malabar durante su gran actuación en Sputnik Las Rozas.

 

“Cosa encontrada, cosa contada”. ¿Qué quieres decir con esta frase?
Como te he dicho antes, esta profesión es una continua búsqueda y a veces me topo con objetos maravillosos que piden contar algo. Los objetos pueden ofrecernos un montón de posibilidades, de símiles, de metáforas… Dar vida a algo inerte, jugar con ello, me parece maravilloso. Además, conectan muy bien con las niñas y los niños porque ellos conocen el mundo a través del juego simbólico.

¿Tu cuento preferido?
¡Buf! Preferido no tengo ninguno, hay muchos que me vuelven loco. Por decirte alguno, Selma, de Jutta Bauer, de la editorial Cuatro azules. Es una oda a la felicidad.

¿Te sabes alguno que hable de montañas y de gente que suba a las montañas?
Los cuentos normalmente transcurren en bosques y montañas, sobre todo los cuentos populares. Ya cuando tú dices: “Había una vez…” estás remitiendo allí, a ese lugar mágico y atemporal donde suceden los cuentos que siempre suele ser un paraje natural. Así, a bote pronto, me acuerdo de Chivos Chivones (Olalla González Paz. Kalandraka Ediciones), que viven en lo alto de la montaña; también hay otro de un ratón que es el ser más poderoso porque es capaz de agujerear las montañas; o está Allanamontes, que es el amigo de Juan el Oso, que allana montes con el culo; hay otro de unos monos que viven en lo alto de una montaña nevada (Onsen, ¿qué hacen los monos?, de Pato Mena. Ed. A buen paso), también está Camino de la montaña (Marianne Dubuc. Editorial Juventud), que es una historia llena de ternura de una abuela tejón que todos los días sube la cima de la montaña en compañía de su nieto. Como ves hay infinidad de cuentos que hablan de montañas.    

¿Qué te enseña tu público?
La verdad es que si no tuviera a nadie a quien contar cuentos no podría contar cuentos, somos compañeros de viaje en esta profesión. El público me enseña lo que funciona y lo que no, me enseña a jugar con él, a construir complicidad, a emocionarme, a crecer…

Juan Malabar Sputnik Climbing Las Rozas
Como bien saben las niñas y niños, lo de contar cuentos es una cosa muy seria.

 

Cuéntanos una anécdota de alguna representación.
Me han pasado muchas cosas graciosas, la verdad, desde llegar a contar cuentos a una casa de la cultura y que nadie supiera nada, hasta montar en un sitio equivocado. Pero sobre todo me han pasado cosas con las respuestas de los niños. Me acuerdo de una niña que en un cuento que habla de los celos que siente una niña ante la llegada de su hermano y le dice a su madre: “¿Por qué no devolvemos al hermanito?”, me dijo: “Pero Juan, ¿cómo lo va a devolver? ¡No se lo puede meter otra vez por la vulva!”.

¿Cabe la realidad en un cuento?
Los cuentos nos hablan de la realidad, de las cosas realmente importantes. Como dijo Elena Fortún: «Lo más difícil en esta vida es saber vivir y precisamente eso es a lo que enseñan los cuentos, a saber vivir». Los cuentos sirven para ensayar la vida y para superar las adversidades de la vida. El final feliz de los cuentos nos da esperanza.

“Cachivache” es una palabra muy guapa, ¿qué es un cachivache para Juan Malabar?
Es un objeto vivido, atractivo, que sugiere y que pide ser escuchado.

¿Tus cuentos son aptos para mayores?
¡Por supuesto!

Para terminar, ¿nos hablas de tu último trabajo?
Cuentos de quita y pon es un mosaico de cuentos cortos, contados con objetos, títeres y cachivaches, donde la artesanía y la narración se mezclan en justa medida para ofrecer un plato de historias divertidas y rocambolescas, aderezado con rimas y chascarrillos para que suene bonito. Con personajes que juegan encima de la mesa y cobran vida, metiendo de lleno a pequeños y mayores en ese mundo de incertidumbre y sorpresa que son los cuentos. Contados con mucho mimo, emoción, humor y mucho gesto.

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