Después de un trabajo de varios años, de muchas llamadas y neuronas destruidas, ve la luz el Censo de Regulaciones de Escalada Sostenible. “Era una necesidad”, nos cuenta su artífice, José Luis Núñez, y “una herramienta clave para conocer y respetar”.
“Voy a hacer una base de datos que recoja las regulaciones, prohibiciones y problemáticas de todas las zonas de escalada de España”…
Después de las carcajadas y de comprobar que el que había lanzado semejante disparate ni siquiera sonreía, el equipo de Escalada Sostenible comprendió que aquello iba en serio. José Luis Núñez alegaba que se trataba de una herramienta imprescindible para el trabajo de la asociación, que no podía demorarse más y que él mismo lo iba a hacer. Seguramente a este licenciado en Geología y Ciencias Ambientales, guía de montaña, estudiante de Psicología y del título de técnico superior de Escalada, responsable del área de Medio Ambiente de Escalada Sostenible…. y también padre, ¡le sobraba el tiempo!
Y así arrancó el Censo de Regulaciones, un trabajo infinito de documentación y actualización, un instrumento abierto a todos los escaladores y cuya continuidad depende precisamente de la colaboración de los mismos.
Visitamos el cuartel general de Escalada Sostenible para hablar con José Luis y saber más sobre este proyecto que ya es una realidad.
José, ¿cómo nace la idea de embarcarse en este follón?
Hace ya varios años que en el Área de Regulaciones de Escalada Sostenible percibíamos que había un verdadero caos en el conjunto de normas, regulaciones, prohibiciones y problemas, en sentido amplio, que surgen constantemente en las escuelas y zonas de escalada de España. Al intentar responder a las numerosas consultas que llegaban, me enfrentaba cotidianamente a un verdadero maremágnum de normas, informaciones dispersas, bandos municipales, planes de regulación, decretos de consejeros, publicaciones de diputaciones, informaciones sobre propietarios de terrenos en pie de guerra, de monterías de caza, rumores y avisos espontáneos en las redes sobre tal o cual prohibición, desequipamientos nocturnos en paredes privadas, conflictos entre escaladores y administraciones, entre propietarios, nidos que aparecen, desaparecen, y un sinfín de datos desorganizados, sin contrastar ni confirmar. Apreciábamos claramente que hacía falta recopilar, unificar y homogeneizar la información. Poner orden en definitiva. Así que en un alarde de valentía, e inconsciencia [risas], en la Asamblea General de Escalada Sostenible de 2017 propuse ante nuestros socios iniciar un inventario exhaustivo, paliar esa carencia de información organizada relativa al dónde, cuándo y cómo escalar con responsabilidad. La idea fue muy bien acogida.
¿Quién sino nosotros sería capaz de centralizar y organizar la información? En el fondo sentía que era una obligación que no podíamos ni debíamos posponer más tiempo.
¿Y quién tuvo la inconsciencia de liderar el proyecto?
¡Yo! Me armé de valor y comencé a construir una base de datos de regulaciones con las siguientes premisas: que la información fuera fiable y actualizada, y que estuviera organizada en un solo sitio accesible para todos. Estoy constantemente buceando e investigando en la red, haciendo llamadas, enviando y recibiendo correos, apuntando laboriosamente toda la información que encuentro en las redes sociales, en prensa, etcétera, acerca de regulaciones y prohibiciones. Asimismo, a Escalada Sostenible nos llegan constantemente consultas, avisos, noticias, conflictos… Mantenemos comunicación fluida con diferentes fuentes oficiales y dominamos la legislación medioambiental relativa a los Espacios Naturales Protegidos, incluidos los Natura 2000 (LIC, ZEC, ZEPA…), incluidos sus diferentes instrumentos de planificación. ¿Quién sino nosotros sería capaz de centralizar y organizar la información? En el fondo sentía que era una obligación que no podíamos ni debíamos posponer más tiempo.
¿Nos explicas cómo y cuándo comenzasteis a trabajar?
El proyecto lo inicié en 2017 con la ayuda de Laura Fernández, antigua y querida compañera de Escalada Sostenible, tomando como punto de inicio el libro Dónde escalar en España, de la editorial Desnivel. Creamos unos campos básicos: nombre de la escuela y datos administrativos (sector afectado, periodo, causa de restricción, fuentes de información, nombres posibles de personas de contacto, figuras de protección medioambiental, etcétera). Luego empezamos a introducir datos acerca de varios centenares de escuelas en las que sabíamos o sospechábamos que podría haber regulaciones o problemas (cada día iba recopilando además cada noticia que iba encontrando). Analizamos, una a una, todas las escuelas de España: un laborioso trabajo que incluía el análisis y discusión de los criterios de inclusión de cada escuela en el inventario primigenio.
¿No hubo ayuda de fuera?
Hablé con nuestras delegaciones, que nos aportaron algo de información (gracias, compañeros) e hice una campaña de consultas a través de email a muchos de personas de referencia: equipadores, escaladores de renombre, autores de guías, lolos locales, etcétera. Debo decir que apenas recibí respuesta de ninguno de ellos (una decepción). También tiré de nombres que se habían ofrecido a colaborar como voluntarios con nosotros; tras explicarles el proyecto, el trabajo que llevaba y el reto ante el que nos enfrentábamos, la mayoría declinó elegantemente participar… En ese punto entendí que me tocaba hacerlo solo. Mi formación en Ciencias Ambientales y en Geología, y mi trabajo en medio ambiente y administración medioambiental me permiten hacer búsquedas especializadas en lugares específicos con herramientas muy dirigidas, lo que me facilita la labor. Contaba también con numerosos contactos de amigos escaladores por toda España (sigo tirando de teléfono y de whatsapp, ¡gracias!). Además, he escalado en bastantes zonas y conozco de primera mano mucha problemática local.
Me suenan todas las escuelas, todas las fechas, todos sus nidos, sus fisuras, las tengo en la cabeza. ¡Me estoy volviendo loco!
Vaya trabajazo. ¿No sueñas con nidos y carteles de “prohibido escalar”?
Tengo que decir que no está resultando un esfuerzo terrible. Estoy aprendiendo muchísimo y tengo una visión panorámica amplísima del estado actual de la escalada en relación con su problemática, su conflictividad, su apreciación social y su gestión por parte de las administraciones. También es verdad que alguna noche, con los ojos enrojecidos por el esfuerzo de horas de ordenador, ¡me entran las dudas! [risas]. No, en serio, me suenan todas las escuelas, todas las fechas, todos sus nidos, sus fisuras, las tengo en la cabeza. ¡Me estoy volviendo loco!
Seguro que te estás encontrando con situaciones muy curiosas.
Ni os lo podéis imaginar… Dos equipadores que se pelean entre sí y desequipan y machacan las vías del otro; restos arqueológicos, pinturas rupestres y ecce homos en algún pie de vía; problemas de lindes entre agricultores que terminan salpicando a un sector; avisos de “si pagas, escalas”; amenazas a escaladores; roturas de cristales de coches; machacamientos de chapas con nocturnidad y alevosía; alcaldes que dictan normas de rango de parque nacional y que las publican como bandos; forestales con vocación de sheriffs; zonas de escalada con prohibiciones porque un aperturista se empeña en abrir una vía y lo hace el día que sabe que libra el forestal y el forestal, escamado, decide vigilar en su día libre (un tema personal, vaya); rapaces nunca vistas en nuestra geografía; raves y fiestones golfas de música y drogas a tope en algunas cuevas que son sectores de escalada de dificultad (alucinas); hidroeléctricas que dicen que esto es mío y te manda a su seguridad privada; urbanizaciones que se hacen propietarias de la noche a la mañana de cientos de hectáreas de monte público; proyectos de normativas para que los escaladores paguen por escalar en ciertas zonas pero los turistas que pasen por allí, no (ojo, verídico, y tiene visos de prosperar)… Un día ¡escribo un libro! pero mientras tanto todo esto se archiva como información de carácter reservado [muchas risas].
Nos volvemos a poner serios: ¿cuál debería ser el objetivo final de este trabajo?
Que cualquier escalador, desde cualquier punto de España, pueda consultar antes de salir de casa si en su escuela, o en aquella que se haya propuesto como destino, existe algún tipo de prohibición o regulación. También se informa de normas de comportamiento que pongan en juego la viabilidad de la zona y que solo se conocen localmente. Por ejemplo, aparcamientos, paso de vehículos por ciertas pistas, tránsito por terrenos privados, entre otras limitaciones no oficiales.
El 99 por ciento de los escaladores, cuando son conocedores de que no se debe transitar por una pista, no se debe aparcar en cierto lugar o no se debe escalar en cierto muro o sector, lo respeta.
En muchas zonas vemos a veces que no se cumplen las pautas marcadas por los locales.
La gran mayoría de las veces es por desconocimiento. Yo estoy convencido de que el 99 por ciento de los escaladores, cuando son conocedores de que no se debe transitar por una pista, no se debe aparcar en cierto lugar o no se debe escalar en cierto muro o sector, lo respeta. Por lo tanto, el objetivo es que el escalador conozca, entienda, para poder así respetar. Todos los escaladores somos embajadores de nuestro colectivo, y allá donde vayamos debemos ser abanderados de nuestra conciencia medioambiental, nuestro respeto y nuestro compromiso. Nos jugamos mucho en esto. Cada vez somos más, cada vez existe más presión sobre el medio, cada vez nos cierran más escuelas, cada vez nos prohíben más sectores. La gente no se imagina la cantidad de conflictos, regulaciones o prohibiciones de los que tenemos constancia en Escalada Sostenible. En mi opinión, ahí fuera no se ve más que la punta del iceberg de cómo están cambiando las cosas y de lo que nos viene encima para los próximos años.
Vale, el Censo ya está operativo, pero ¿cómo se va a mantener, actualizar, incluir más zonas…?
Me encanta que me hagas esta pregunta [José se ríe]. Ahora mismo es un trabajo de investigación pura y dura pero es importantísimo que quede claro lo siguiente: los escaladores locales (equipadores y escaladores habituales) son los verdaderos conocedores de sus zonas. Esta ha de ser una herramienta colaborativa, la debemos alimentar y hacer crecer entre todos. Para ello, en cada zona, se ha incluido un formulario en el que pedimos –rogamos, mejor dicho– que vayáis corrigiendo, ampliando y actualizando información (existe la opción de convertirse en colaborador y responsable local del Censo). Por pequeño que sea, cualquier dato resulta de sumo interés; sin esta alimentación constante, el trabajo se quedará a medias. Yo espero que entre todos podamos construir una herramienta nuestra, para nosotros, lo más completa posible, y que nos facilite practicar nuestra pasión con la mayor responsabilidad posible.
¿Qué hay inventariado hasta la fecha?
En la actualidad tenemos unas 400 zonas con regulaciones o limitaciones en toda España. Algunas provincias aún están incompletas y algunas zonas carecen de información (el Censo no contempla aquellas zonas que no tienen, o en las que no conocen, problemas o cuestiones de sostenibilidad que haya que tener en cuenta más allá de las que todos los escaladores debemos respetar en cualquier lugar: no acampar, no llevar animales sueltos, no masificar, no dejar basura…).
Nos guste o no, la escalada ya no es esa actividad romántica y solitaria, esa filosofía y estilo de vida para unos inadaptados, para unos soñadores, para unos alternativos.
¿Qué crees que ha ocurrido en los últimos años con las actividades en la montaña en general, y la escalada en particular, para encontrarnos donde nos encontramos?
Se ha producido un cambio innegable. Nos guste o no, la escalada ya no es esa actividad romántica y solitaria, esa filosofía y estilo de vida para unos inadaptados, para unos soñadores, para unos alternativos. Esto se ha convertido, desgraciadamente, en un producto de consumo más, en algo que se ofrece, que se vende, que se compra, que se oferta, que se produce y se consume en masa, en un deporte en sí mismo (muchos de nosotros nunca lo denominamos así: un mero deporte). Cada vez hay más practicantes y, tarde o temprano, llegará una regulación oficial.
¿Y eso a dónde nos va a conducir?
Pues todo va a depender de nosotros, y no solo de la actitud y ciertos comportamientos. Está claro que la imagen de sectores abarrotados de gente gritando, con música, perros y farándula variada, y aparcamientos convertidos en asentamientos callejeros con mesas, botellones, timbales y borrachos silvestres que se creen escaladores no ayuda demasiado. Es necesario convertirnos en un colectivo con la suficiente fuerza y entidad como para tomar parte activa y esencial en las futuras regulaciones que nos afecten.
Chicos, la era del todo vale, del todo es de nadie, del monte es nuestro y del jipismo ha terminado. Somos muchos, demasiados, y muestro medio es frágil. De nosotros depende lo que pase en el futuro con nuestra pasión.
Muy buen trabajo, ánimo y a seguir adelante!!!
enhorabuena. Menudo pedazo de trabajo, esfuerzo y motivación. Para lo que sea aquí un voluntario
Jabi, nos piden de ES que les escribas por favor a: medioambiente@escaladasostenible.org
Muchas gracias!
Grande @Jose Luis Núñez. Un trabajo y una perseverancia s la altura de pocos. Allá donde pones el ojo…. Mi reconocimiento.