Carmen Santos, la pintora que se sube por las paredes

Carmen es una pintora autodidacta. Ahora dice que lo mismo se apunta a recibir unas clases, pero a su ritmo. La llamamos ‘la pintora que se sube por las paredes’ no solo porque lo hace de forma literal –escala desde hace mucho tiempo–, sino también porque es impaciencia pura.

Aparentemente, tiene una tranquilidad en su ser y en su rostro que no parece que por dentro vaya a ser un manojo de nervios y un culo inquieto. Tanto que no es capaz de esperar a que seque la pintura de sus trazos para poder seguir creando o rectificar. Ya se ha cargado más de una de sus obras de esta manera tan tonta. Se ha planteado cambiar de técnica y usar el acrílico, que seca antes, pero finalmente vuelve al óleo “que tiene otro brillo y más presencia”, me dice. Pero eso sí, trabajando en varias obras a la vez para pintar en un lienzo mientras el otro se seca y alguna vez no puede evitar acelerar el proceso con el secador.

No es capaz de esperar a que seque la pintura de sus trazos para poder seguir creando o rectificar. Ya se ha cargado más de una de sus obras de esta manera tan tonta.

Lo que pinta es lo que le inspira: la naturaleza. Desde el parque del Buen Retiro, donde trabaja para Medioambiente, las montañas por donde patea, los bosques de la sierra de Guadarrama o las peñas y meños de la Pedri.

Para escalar, le gusta la caliza (tendrías que verla apretando regletas en Cuenca). Donde nunca la verás es penando en granito: eso de tener fe no es lo suyo, prefiere confiar en sí misma.

Otra de sus pasiones, que no concuerda con sus nervios, es el Yoga. Practica y hasta ha ejercido de maestra, aunque siempre le pone un toque muy activo a sus clases. ¡Y poco más diremos por ahora de Carmen; ah, bueno, sí, que siempre tiene una sonrisa en la cara, hasta para discutir con su novio, tiene muy buena mano para las plantas y es cuidadora de gatos ajenos…