Soñar viajes

¿Cuándo nace la necesidad de emprender el camino? ¿Dónde surge el destino? ¿En qué preciso momento se pone en marcha una nueva aventura? Un libro, la Historia, música… Son muchas las sensaciones que acaban haciéndonos “soñar con viajes”. Para los guías de montaña, siempre incansables viajeros vocacionales, cualquier estímulo puede convertirse en la excusa perfecta.

Como en todas las profesiones artesanales, las ideas, los bocetos, surgen en los lugares más insospechados. La musa puede bajar en cualquier lugar: en una lectura, en un paseo, en una comida, escuchando música o incluso al azar. Inspiraciones, recuerdos lejanos que nos despiertan las ganas de emprender la marcha, de conocer nuevas cordilleras y de compartirlo con nuestros grupos.

Junto a Whymper soñaremos con alcanzar la cima del Cervino, o con rodearlo a pie admirando su belleza. Stoker nos invita a recorrer los interminables bosques de los Cárpatos en busca de Drácula. Y Gabo, en su Macondo, prenderá la llama para animarnos a conocer la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia. Sydney Pollack y sus Aventuras de Jeremiah Johnson nos empujan a las Rocosas y Kurosawa y su Dersu Uzala nos tentará con las lejanas montañas del Sojoté-Alín. La Literatura y el cine son grandes e inspiradores puertas de entrada, pero no las únicas.

Quién, después de comer un ceviche, no ha sentido la curiosidad imperiosa de saber cómo y dónde se originó semejante delicia, en qué paisajes, qué gentes. Del ceviche, rápido pasaremos a la pachamanca y de ahí a querer recorrer el trekking de Santa Cruz, en la Cordillera Blanca del Perú.

La Historia también nos incita a contemplar los paisajes de sus protagonistas. Abd el-Krim te llevará hasta las escondidas montañas del Rif y Alejandro Magno te acercará hasta el mismo Olimpo para coronar el techo de Grecia y vislumbrar el golfo de Tesalónica desde las alturas.

El ritmo constante de las qraqeb de la música gnawa va a despertar el interés por escucharlas en su entorno mientras atravesamos a pie, acompañados por camellos, el árido paisaje marroquí del Jbel Sarhro.

Hasta un cómic leído hace mucho tiempo, una viñeta que se grabó en tu retina, puede hacernos soñar. Así, un viaje soñado puede manifestarse en las viñetas del El Principie Valiente mientras el relato por antonomasia de Harold Foster acabará por llevarte hasta la Muralla de Adriano, un muro de época romana que recorre un paisaje de verdes praderas, y ya de paso a un gran viaje que consiste en atravesar un país de este a oeste.

Ahora solo falta bajar el sueño al mapa y compartirlo. La lista es interminable y, por supuesto, muy personal.

Felipe Gómez Zapatero