La primera exposición que veremos en Sputnik Legazpi se titula Des-figuración. Sebastián Bayo, arquitecto, artista multidisciplinar y autor de la colección, nos habla de su trabajo, influencias y de los denominados “mapas anímicos”, su particular manera de explorar la psique humana a través del retrato.
Sebastián Bayo (Madrid, 1990) proviene de una familia de arquitectos e inquietos creadores comprometidos con las más diversas técnicas expresivas y artísticas. Pero, además de una infancia rodeado de bocetos, fotografías, museos y cine, existen otras circunstancias que pueden considerarse determinantes en la evolución de su trabajo.
De forma muy resumida son las siguientes: la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria (“la Escuela me dio las primeras herramientas para poder enfrentarme sin miedo al papel en blanco”, asegura Sebas); la militancia en el colectivo Micras (grupo performativo a medio camino entre la arquitectura y otras disciplinas artísticas); dos años de trabajo en Londres (“allí comencé a consolidar mi relación con el arte como interlocutor, como medio de expresar cosas que no podía exteriorizar de otra manera”) donde expone por primera vez, en 2016, y su formación artística en la Escuela de La Palma de Madrid, momento en el que la escultura se incorpora a su discurso.
Del grafiti a Inocencio X
Su relación con disciplinas artísticas tangenciales a la arquitectura para después vincularlas entre ellas le lleva a abandonar la forma tradicional de entender su oficio de arquitecto y, a la vez, a descubrir nuevos modos de relacionarse emocionalmente con el espacio. “En definitiva son diferentes lenguajes conectados con los que me expreso”, dice Sebas. Y continúa: “Cada técnica tiene sus tiempos, sus reglas, sus libertades y sus limitaciones, y eso es lo divertido”.
A medio camino entre lo figurativo y la abstracción, su obra es difícilmente encasillable y precisamente esta circunstancia, la huida de la ortodoxia, lleva a Sebas a citar sin complejos a sus referentes. Es capaz de saltar del grafiti de Basquiat a Saura, de Freud a Velázquez, pararse en el retrato de Inocencio X y las interpretaciones –¡unas 50!– de Francis Bacon para acabar concluyendo que es la obra, junto con sus posteriores versiones, que más le ha influido. Asoman en la conversación Alan Moore, Iain Sinclair… “Algunas de mis referencias tienen que ver con la psicogeografía, pero quizás sean más visuales, como los mapas de Constant o las cárceles de Piranesi”, y hasta Pío Baroja deambulando por las calles siniestras de Madrid: “Me gustan los conceptos de deriva, de laberinto, de cárcel, de ventana…”.
Arquitectura psíquica
Para Sebastián, ante todo, “el arte es exploración”. En un discurso más antropocéntrico y a través del retrato, estos últimos seis años los ha dedicado a estudiar qué hay más allá del rostro. Se trata en realidad de una excusa para contar cosas menos visibles, más abstractas y complejas. “Del retrato me fascina la capacidad expresiva de los rasgos, pero lo que siempre me ha interesado es lo que hay detrás, las emociones, y contarlo de la manera mas directa posible. Es por eso que, paulatinamente, he ido desdibujando lo figurativo del rostro, para ir convirtiendo mis obras en algo más parecido a mapas anímicos que a retratos”. Él habla de retrato emocional, de “arquitectura psíquica”.
“En verdad el término me lo regaló una amiga poetisa, Ángela Mallén. Ella, después de conocer mi obra redactó un breve ‘tratado’ en el que combinó una obra mía con un poema suyo fantástico. Esa simbiosis me resultó fascinante y desde entonces me acompañan sus palabras cuando trabajo”.
He caído dentro de mi cabeza. Dentro de mi marmita. Nadie me creería si dijera que di con los huesos en el cráneo. La cabeza es un cobertizo. No hay nada más desolador que una cabeza. Te manda salir afuera. Dar tumbos. Pasear por los gestos. Seguir una carretera recta como una flecha a ninguna parte. Trepar por la barriga de una duna preñada de escorpiones. Ser la mujer que corre vestida con un traje de chaqueta gris marengo. Volverse estatua de bronce junto a un anuncio de Orange.
Pero hay tanta melancolía suelta. Está en la belleza de lo efímero. En lo fugazmente azaroso. Deja que la cabeza estalle como una supernova.
Des-figuración…
…es el título de la serie de trabajos que podremos ver en Sputnik Legazpi. Es la serie de retratos referidos por Sebas como retrato emocional o “arquitectura psíquica”, un concepto inspirado en el título del poema “Arquitectura y lingüística de la psique”.
“Este concepto de cartografiar, más que retratar, es un proceso de dentro hacia fuera. No existen modelos físicos, pero seguro que habrá muchas personas que se sientan identificadas en la obra”, explica Sebastián. “De hecho una cosa que siempre me ha interesado, más que explicar mis obras, es escuchar a otra gente contarme lo que les transmiten. Eso es lo que intento llevarme cuando expongo, y lo que sin duda me llevaré de esta exposición en Sputnik Legazpi”.