La obra de Sputnik Alcobendas ha sido como un mal sueño. Uno que, afortunadamente, ha terminado y encima con final feliz. Porque, la verdad, nos parece que el roco ha quedado muy guapo y encima se escala fresquito. Te contamos nuestra particular experiencia con esta obra con el deseo de tardar mucho en volver a ver andamios por aquí.
Si has hecho alguna vez reforma en tu baño o en la cocina de tu casa sabrás que las obras nunca suceden como habías planificado (como la vida misma). Antes de comenzar te propones una fecha de inicio, un presupuesto minucioso para, después unos días de un poco de polvo y desorden, tener todo acabado y reluciente. Pues no. Jamás ocurre así. Y en nuestro caso no fue diferente.
Lo creas o no en nuestra imaginación las obras para retirar la cubierta y poder instalar el nuevo sistema de climatización iban a comenzar a mitad de mayo. Entonces hacía un calor infernal y seco, perfecto para lo que nos proponíamos: quitarle el techo al roco. Esto suponía que teníamos que cerrar la instalación durante al menos un día y medio y La Cantina iba a estar patas arriba, según lo previsto, una semana más.
Esa era nuestra fantasía pero si tienes que lidiar con la administración, los sueños se convierten en pesadillas. Estaba todo listo pero la licencia no llegaba. No llegó ni el 12 de mayo –nuestra primera fecha prevista– pero tampoco el 15, ni el 22. De la licencia no había ni rastro pero, increíblemente, lo que sí llegó fue la lluvia.
El lunes 12 de junio, cuando por fin conseguimos el permiso y teníamos previsto retirar la cubierta, cayeron tres litros por metro cuadrado de agua en Alcobendas. Si hubiera sido cerveza igual podríamos haber hecho una fiesta. En lugar de eso nos tocó achicar agua –¡y mucha!–.
Como lo peor que podía pasar, pasó, el resto de la reforma se nos antojó hasta fácil, y eso que supuso que La Cantina estuviera cerrada y solo pudiéramos atender en terraza durante varios días –localizar los tenedores o dar con las tazas de café era más complicado que encontrar la salida de un escape room–.
Ha habido días de calor intenso en la sala –una nueva modalidad bautizada como vikram climbing– y mucha incomodidad debido a los arreglos. Pero a día de hoy en que ya solo quedan algunos detalles por rematar, podemos decir que el esfuerzo ha merecido la pena: la nueva iluminación en la zona infantil y la sala de boulder hace que los bloques parezcan instalaciones de un museo contemporáneo; La Cantina está molona, al estilo de la de Berango o Las Rozas, y por fin podemos decir que en la sala de vías se escala fresquito –y si no, que se lo digan a nuestros compis de Atención al cliente, que se ponen rebequita para atenderte–.
Muchas gracias por vuestra paciencia y por llevar con humor el engorro de las obras. Ahora sí, escapa del calor en Sputnik Alcobendas.
¡Nos vemos escalando!