Una sola frase –“no escribir es una frustración muy llevadera”– fue el empujón definitivo para que se sentara delante de un folio en blanco. Hoy ya tenemos entre las manos la primera novela de María R. Bajo, se llama Yo sé por qué te escondes aquí y nos han surgido un montón de preguntas.

María ¿hay algo de autobiografía en Yo sé por qué te escondes aquí?
Si como autobiográfico entiendes que en un momento dado una persona se puede quebrar, tocar el vacío y que le toca rehacerse, por supuesto, eso está en mi biografía. Pero dime si conoces a alguien a quien esto no le haya sucedido (y te aseguraré que te miente).

Más allá de eso, no hay más paralelismo entre mi vida y la de Marta o la de Antonio. Les he prestado emociones y un libro, pero estamos en paz.

¿Los lugares son reales?
Sí, en la medida en que la memoria y la imaginación distorsionan las imágenes. En la novela no se nombra el lugar donde se desarrolla la escena, pero incluso personas que no han estado allí lo han podido reconocer. Es una geografía muy peculiar.

Y por supuesto he alterado la realidad siempre que me ha apetecido. El propósito que me mantuve mientras escribía la novela era que quería escribir lo que me apeteciese y pasármelo bien haciéndolo. Prefería pedir perdón llegado el momento que permiso en aquel entonces.

En el libro hay una necesidad de nombrar, explicar, de poner nombres a las cosas casi para que existan. La descripción de los espacios, su belleza… ¿es una forma de acercarse a la escalada?
Supongo que es una forma de acercarse a la vida. Hay aproximaciones al mundo muy pragmáticas que permiten observar lo que tenemos delante, lo que parece obvio y no lo es tanto. Y también existe un submundo alojado en lo sutil, en lo que no se ve, que se puede hacer patente a través de la imaginación, de la fantasía, de un juego en el que lo imaginario e intangible se pueden transformar en algo físico. Por ejemplo, yo puedo sentir un miedo y dejarlo vivir dentro de mí como algo incorpóreo, y también puedo jugar a ponerle el cuerpo de un puma, darle un nombre, imaginar cómo se mueve por la selva e incluso ponerme frente a él y medirme.

Almudena Hernando en su ensayo arqueológico La fantasía de la individualidad dice que la identidad del individuo viene dada por la pertenencia a un grupo. ¿Tal vez por eso la historia de la protagonista se enmarca en el mundo de la montaña?
No conozco a Almudena Hernando pero comparto su planteamiento. Somos seres interdependientes, aunque en la sociedad de hoy en día venda más la ficción de que el éxito es ser autónomo y no necesitar de los demás. La situación que estamos viviendo ha puesto de manifiesto lo imprescindible de los cuidados y ¿quién nos cuida si no es el grupo, la tribu?

En la novela, la figura de la abuela cuida de Marta, le hace de ancla y su desaparición hace que ella se tambalee. El cuidado que se va entretejiendo entre Marta y Antonio hace que ellos vayan, a su vez, abriéndose el uno al otro y así curando sus propios conflictos. Incluso la narradora, me gusta pensar que cuida también de todos los personajes y de nosotros mismos como lectores.

 ¿Es la escalada o el mundo de la montaña lo que le proporciona  la seguridad para sobreponerse y vivir a la protagonista?
Creo que la montaña es el espejo donde cada personaje se ve reflejado, con sus preocupaciones y su propia manera de ver el mundo. Hace poco una amiga me recordó la última prueba por la que tenía que pasar Atreyu, el protagonista de La historia interminable, de Michael Ende. Atreyu tenía que mirarse en el espejo y descubrir quién era en realidad. ¡Menuda chorrada!, pensábamos de pequeñas. Ahora entendemos que Ende sabía de lo que hablaba.

Mirarse en el espejo y reconocer lo que cada uno es no es tarea sencilla y la montaña nos da esa posibilidad cada vez que nos adentramos en ella. Porque nos saca las ilusiones, los miedos, las valentías y cobardías. Siempre he sostenido que si compartes la roca puedes llegar a ver el interior de las personas más rápido. Y si te conoces, si no puedes esconder tus fortalezas y tus heridas, es más probable que estas se curen y sigas adelante, como le pasa a Marta.

¿Cómo y de dónde surge ese impulso de ponerse a escribir un libro?
Estaba en Japón trabajando y comencé a escribir un blog sobre mi experiencia allí. Una amiga de mi madre, Mi editora, como la llamo con cariño, comenzó a leerme y me soltó la siguiente frase: “No escribir es una frustración muy llevadera”. Para mí fue como si a Marty McFly le hubieran llamado gallina. Así que me puse a escribir.

Por aquel entonces tenía un trabajo de temporada que me tenía fuera de casa casi todo el día. No me motivaba mucho y necesitaba buscar algo que tuviera sentido para mí, algo en lo que yo pudiera reconocerme. Crear esta historia dio sentido a mi día a día durante aquella época.

Ah, y por si hay algún McFly leyendo esta entrevista, a ver si os atrevéis con Yo sé por qué te escondes aquí, aunque ya sabemos que leer es de cobardes.

¿Cuál es tu rutina para escribir?
Me gusta levantarme cuando el resto del mundo duerme. Con esta novela me levantaba a las 6 de la mañana, me preparaba un café y escribía hasta que me iba al trabajo. Para mí era importante sentarme, sin esperar a estar inspirada o no. Daba igual si escribía 30 minutos o dos horas. Lo importante era el compromiso.

Y una forma que siempre me ha servido es escribir con los ojos cerrados, así me llegan menos interferencias del exterior y dejo que sean los personajes los que decidan qué hacer en cada momento.

¿Por qué has optado por la autoedición?
Desde luego no fue mi primera opción. Hace años ya edité la revista Números Rojos con un grupo de compañeros y hacíamos la distribución nosotros mismos, por lo que sé lo que supone patearse las librerías de la ciudad. Sin embargo, sentía que la novela se merecía estar en papel, tener una buena foto de portada y rodar por diferentes manos, que mucha gente la leyera. Así que no me quedaba otra opción que apostar por ella yo misma. ¡Y aquí estamos!

¿Qué influencias literarias hay en tu libro? ¿Y de otro tipo?
He tomado mucho de José Saramago, mi amor literario. He tratado de aprender de su aproximación a los personajes, sin juzgarles, tratándoles con cariño y respeto. Me encanta su labor como narrador, para mí es como un águila: puede alzarse en el aire y describir el contexto histórico de un momento particular para luego posarse sobre un instante diminuto y hacer de él algo enorme.

Respecto a la postura sobre respetar los itinerarios tal y como fueron diseñados por sus aperturistas, me ayudó mucho leer a Hervé Barmasse y a Walter Bonatti.

¿Te gusta, en términos generales, la literatura de montaña que se hace hoy?
Tuve un momento en que solo leía literatura de montaña, creo que me empaché, así que ahora soy mucho más selectiva con este género. En general me sucedía que leía historias donde faltaban emociones, saber qué estaba sintiendo su protagonista en ese momento (además de que a veces los textos estaban realmente mal redactados… (creo que no voy a hacer amigos con esto). La parte técnica es muy interesante, pero queda un poco vacía si se limita a eso.

Para mí, Chus Lago logra aunar aventura con un estilo literario atrevido, por lo honesto, y poético. Leer a Jon Krakauer es una gozada también, se le nota la vena periodística.

Puedes conseguir la novela de María R. Bajo Yo sé por qué te escondes aquí directamente en Sputnik o a través de este enlace.

CUESTIONARIO

Último libro que has leído:
Quizás no suena muy molón pero estoy leyendo El niño feliz, de Dorothy Corkille Briggs. Un mega hit de los años 70 que habla sobre cómo criar en la autoestima.

¿Digital o papel?
Papel siempre, no consigo desengancharme.

Tres libros importantes para ti:

  • La primera mano que sostuvo la mía, de Maggie O’Farrell. Lloré cuando terminé de leerla, que creo que es el mayor honor que se le puede hacer a una novela. Habla justamente de cómo aquello que permanece oculto nos persigue hasta que le damos luz.
  • Levantado del suelo, de José Saramago, que relata la historia del alzamiento del campesinado durante el siglo XX. De una humanidad y belleza sobrecogedoras.
  • Mujeres que corren con los lobos, de Clarissa Pinkola Estés. A través de la interpretación de cuentos tradicionales, Pinkola crea un discurso en el que llama a regresar a nuestro yo salvaje y auténtico. Me abrió muchas puertas y me llenó de energía.

¿Qué escribes estos días?
Reportajes para El Cohete y alguna carta de amor (que no nos falte). Tengo una segunda novela iniciada, esperando al momento en que pueda dedicar más tiempo a la escritura.

¿Cuál será el primer libro de montaña que le vas a leer a tu hija?
Creo que Hasta arriba, de W. E. Bowman, así nos echaremos unas risas juntas.

Una escritora para rescatar de las garras del olvido
No sé si será olvidada, pero Livia Stefani fue una escritora italiana que tuvo las agallas de abandonar Sicilia y denunciar las mordazas de la mafia y el patriarcado a través de su literatura. En La viña de uvas negras tiene la capacidad de resumir el anhelo de una vida entera en una frase, es tremenda. Dan ganas de leerlo varias veces para que te deje su poso dentro y las descripciones de los paisajes también son muy bellas.

Qué libro recomendarías a Reinhold Messner
Pues me imagino que debe tener una artrosis galopante en las manos, así que le prestaría un libro de hojas gruesas: Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris. Un cómic dibujado a boli donde la protagonista es una niña lesbiana que vive en los suburbios de Nueva York y se siente atraída por todo lo oscuro y marginal. Una historia llena de fantasía y realidad sórdida, todo lo contrario a lo que Messner tiene que estar acostumbrado.

¿Y a Dani Andrada?
Uno que se llama La Pasión, de Jeanette Winterson. Tiene una prosa de frase corta y tajante que te deja helada. Habla del azar y el amor, perfecto para leer unas líneas mientras descansas a los pies de un nuevo proyecto.

¿Con qué personaje literario te encordarías?
Pues no consigo quitarme de la cabeza a Ignatius Reilly (La conjura de los necios, de J. K. Toole), aunque sé que sería un auténtico desastre, que posiblemente tendría que arrastrarle por las rocas, que finalmente querría cortar la cuerda para que se despeñase pero, no sé, creo que se ha invitado él solo a venir conmigo. Es muy de su estilo.

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