Gestión del riesgo

Por Miguel Santolaya

En escalada, la gestión del riesgo –y también del miedo– juega un papel decisivo en la capacidad para resolver un problema y enfrentarse a un reto. Miguel Santolaya, psicólogo deportivo, nos explica de dónde nace el miedo y qué es el riesgo, y también nos da pistas interesantes sobre estrategias para prevenir este último y gestionar las emociones.

¿Tienes claro qué son las emociones? ¿Sabes identificarlas? ¿Eres capaz de detectar de dónde viene el miedo? ¿Perciben el riesgo los escaladores de la misma forma que otras personas?… ¡Vamos poco a poco!

Adaptación al medio

LAS EMOCIONES son reacciones físicas y psicológicas que nos ayudan a comprender las situaciones y seleccionar información y adaptarnos al medio. Lo creas o no, no hay emociones positivas o negativas y todas tienen una función básica: adaptarnos al medio.

A nadie le gusta la tristeza, pero cuando nos sentimos tristes nos volvemos más reflexivos y analíticos, y ese puede ser el motor del cambio para querer mejorar nuestra situación. ¿Estar triste es entonces negativo? La respuesta es no, es funcional. Otra cosa es si se perpetua en el tiempo, es muy intenso o nos impide actuar. En ese caso se convertiría en una situación disfuncional ya que no nos está ayudando a cambiar la situación, pero eso lo dejamos para otro momento.

Todas las emociones tienen unas funciones que repercuten directamente sobre nuestro comportamiento (y el de los otros); es decir, nos ayudan actuar de una u otra forma. Son reacciones ante hechos concretos y pueden ser intensas, pero siempre momentáneas.

Las reacciones del cuerpo ante las emociones (expresiones emocionales) condicionan nuestros comportamientos. Pero, además, nuestra conducta (incluso nuestra postura corporal), modula las emociones y la respuesta que le demos. Se trata de una relación bidireccional.

Hay que tener en cuenta también que las emociones no siempre son lógicas, ya que se basan en la experiencia previa y dependen de nuestras expectativas. Las emociones nos pueden “engañar” y “secuestrar” nuestra atención.

Las emociones nos alertan sobre los posibles peligros o placeres que nos pueden reportar el hecho de enfrentarnos a la nueva situación. Funcionan como “alarmas” de rechazo o atracción y nos preparan para actuar.

Rober en la chimenea de la Oeste del Pájaro, La Pedriza.

 

Reconocer, modular, anticipar

Piensa en un ejercicio tan simple con intentar sonreír y mostrar una postura empática mientras estás enfadado. Y ahora piensa en la importancia de tener una buena postura y un adecuado nivel de activación para comenzar a escalar. ¿Crees que es lo mismo estar sentado mirando al suelo que estar preparado para cuando te toque subir?

Las emociones repercuten sobre nuestros comportamientos, pero nuestros comportamientos tienen un efecto directo sobre la gestión de las emociones. Si conocemos la forma en la que reaccionamos a nuestras emociones, estaremos modulando nuestros comportamientos. Reconocer, modular, anticipar, ¿te imagináis la repercusión que puede tener sobre vuestra percepción, atención, toma de decisiones y ejecución mientras escalas?

Cada vez que nos enfrentamos ante una situación, experimentamos una emoción en mayor o menor medida. La frecuencia o la intensidad de la respuesta puede variar, pero es casi imposible no sentir un grado de emoción (trastornos psicopatológicos aparte).

En este sentido, las emociones nos alertan sobre los posibles peligros o placeres que nos pueden reportar el hecho de enfrentarnos a la nueva situación. Funcionan como “alarmas” de rechazo o atracción y nos preparan para actuar. Este proceso de reacción es casi inconsciente, se produce en un muy breve espacio de tiempo y nuestro cuerpo reacciona con sensaciones de asco, atracción, sensaciones viscerales… Estas reacciones del cuerpo –podemos llamarlas marcadores somáticos– nos dan información sobre las reacciones que nos producen las emociones al enfrentarnos antes situaciones determinadas.

Reducir la incertidumbre

Entre otras funciones, las reacciones emocionales nos preparan para la acción y nos motivan para poner en marcha comportamientos que se consideran funcionales siempre que sean acordes con la situación que ha desencadenado nuestra reacción.

Cuanto mejor sepamos identificar las reacciones emocionales, mejor podremos, reconocer e interpretar nuestras emociones ante situaciones conocidas, similares o nuevas que nos generan incertidumbre. Además, podemos hacer inferencias sobre nuevas situaciones y así reducir la incertidumbre.

Si nos dejamos llevar por las emociones, tenderemos a dar respuestas más impulsivas, esto no significa que sea necesariamente bueno o malo, incluso puede haber un cierto grado de “economía cognitiva” que nos permite reaccionar más rápido, siempre que tengamos cierto grado de control sobre nuestras respuestas y conozcamos en cierta medida el estímulo que desencadena las emociones.

El problema surge cuando ante el intento de reducir la intensidad de una emoción, nuestras reacciones comportamentales tienen consecuencias negativas sobre nuestro organismo.

La mejor forma de restar fuerza a las emociones es ser capaz de reconocerlas, reflexionar sobre lo que producen y racionalizarlas ante situaciones específicas. Luego las podemos utilizar para situaciones venideras.

Recordad, en la escalada, la impulsividad sin conocimiento no sirve de nada.

El miedo nos prepara para actuar, nos paraliza  o nos hace huir. ¿Y cuál es la respuesta más inteligente? Pues, evidentemente, huir.

Joy Gallant en “Big Baby”, Red Rocks (Las Vegas).

 

¡Alerta!

EL MIEDO es una emoción primaria o básica (presente en casi todas las especies) que tiene una función adaptativa ante situaciones que pueden suponer un daño para el organismo. Su misión básica es alertarnos de un peligro para evitarlo o mitigarlo. El miedo nos protege.

Ante una misma situación, podemos reaccionar de maneras diferentes. Las respuestas ante el miedo dependen de experiencias pasadas, de la cantidad de estímulos a los que tenemos que atender (no es lo mismo centrarse en un solo agarre que en una secuencia de pasos o en la caída de rocas), de la intensidad (el grado de exposición), de la forma de regular nuestras emociones (reducir su intensidad, sustituirlas o extinguirlas) y de nuestras expectativas (lo que esperamos que pueda pasar).

El miedo nos prepara para actuar, nos paraliza  o nos hace huir. ¿Y cuál es la respuesta más inteligente? Pues, evidentemente, huir (entendemos huir como la evitación de situaciones que son desagradables, nos producen miedo o no vemos necesario dar una respuesta). Pero los escaladores no actuamos así…¡Queremos escalar!

Respuestas ante el miedo, las llamadas “tres F”.

 

Así que descartamos la opción de huir y nos quedamos con las otras dos opciones: o atacamos la vía o nos paralizamos en mitad de ella.

Vuelve a surgir otra pregunta: ¿por qué un escalador, sabiendo que existe un cierto grado de riesgo y, además, tiene miedo se expone a esa situación? La respuesta es que existen unos rasgos comunes en los escaladores que nos precipitan a estas situaciones. A los escaladores nos gusta la búsqueda de sensaciones y por eso nos exponemos. Por otro lado, nuestra percepción del riesgo es distinta a la de otros deportistas.

Gestión del miedo

En definitiva, si comprendemos que ciertas emociones como el miedo tienen una función de “alerta o preparación para la acción”, lo mejor que podemos hacer es:

10 pasos para trabajar las emociones.

 

No es nada fácil catalogar las emociones, comprenderlas y aprender a aceptarlas. Lo más recomendable para poner en práctica estos conceptos trabajes con profesionales de la psicología del deporte para evitar riesgos innecesarios y males mayores. ¡Más aún si se trata de gestionar el miedo a escalar!

David en “Lotta balls”, Red Rocks (Nevada, EE.UU.).

Un escalador experimentado es capaz de reconocer y evaluar los peligros potenciales y en función de su evaluación, tomar las decisiones pertinentes para escalar o no

Riesgo objetivo y riesgo subjetivo

La búsqueda de sensaciones nuevas no tiene que estar necesariamente unida a la búsqueda de situaciones de peligro o la exposición a situaciones arriesgadas Llewellyn et al., 2008). Ante una situación de riesgo, ¿sabrías decirme una de las características principales que definen a un escalador amateur de uno experimentado?

Diferenciamos entre una percepción objetiva (el riesgo en sí) y una percepción subjetiva (la parte de ese riesgo que uno mismo decide asumir). Existe una discrepancia entre el riesgo objetivo y la percepción subjetiva en función de las habilidades del escalador (Delle Fave, Bassi, Massimini,2003).

Un escalador experimentado es capaz de reconocer y evaluar los peligros potenciales y en función de su evaluación, tomar las decisiones pertinentes para escalar o no, siendo más reflexivo y estable en la toma de decisiones y estrategias de afrontamiento (Llewellyn y Sanchez, 2008).

Un escalador amateur, en cambio, puede ser más impulsivo y asumir una serie de riesgos por el mero hecho de no ser capaz de identificarlos ni de tener en cuenta sus consecuencias reales (Cazenave et al., 2007). Recordad que no es lo mismo una actuación rápida que una impulsividad precipitada.

A la hora de gestionar el riesgo, uno de los factores psicológicos más a tener en cuenta es la autoconfianza: confiar en nuestras capacidades para resolver un problema y enfrentarse a un reto que nos está presentando el entorno.

A la hora de gestionar el riesgo, uno de los factores psicológicos más a tener en cuenta es la autoconfianza: confiar en nuestras capacidades para resolver un problema y enfrentarse a un reto que nos está presentando el entorno. Por ejemplo, si yo confío en mis capacidades técnicas, físicas y mentales, tendré la capacidad de predisponerme a situaciones potencialmente más arriesgadas.

Los escaladores pueden llegar a calcular riesgos adicionales para desafiarse a sí mismos cuando se sienten confiados en sus habilidades para manejar situaciones arriesgadas (Llewellyn et al., 2008).

Si sabemos diferenciar entre un riesgo objetivo y un riesgo subjetivo, y además comprendemos que esa evaluación del riesgo va en función de nuestras capacidades, entenderemos que aquellos que se exponen de una manera correcta a situaciones potencialmente muy arriesgadas, realmente lo hacen porque su grado de autoconfianza es muy alto (su grado de escalada, también, claro). Además, saben evaluar correctamente lo que puede ser una situación con riesgo objetivo de otra que no lo tenga.

Una de las formas más eficaces de evitar conductas de riesgo en la escalada (incluidos aseguradores y porteadores) es el generar una buena prevención y previsión de nuestros comportamientos antes, durante y después de escalar. También estrategias de comunicación eficientes, protocolos de seguridad y entornos que favorezcan la autoestima y gestión de las emociones.

Prevenir el riesgo ayuda a evitar el miedo.

¡Disfruta escalando!

Referencias bibliográficas

  • Delle Fave, A., Bassi, M. & Massimini, F. (2003). Quality of experience and risk perception in high-altitude rock climbing. Journal of Applied Sport Psychology, 15(1), 82-98
  • Cazenave, N., Le Scanff, C. & Woodman, T. (2007). Psychological profiles and emotional regulation characteristics of women engaged in risk-taking sports. Anxiety, Stress, & Coping, 20(4), 421-435
  • Ekman, P. (2004). ¿Qué dice ese gesto? Barcelona: RBA202f: Integral, 2004. ISBN 978-84-7871-202-1.
  • Damasio, A. (2014). En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y los sentimientos. Barcelona: Booket, 2014. ISBN 978-84-233-4615-8.
  • Guido Gainotti, G. (2001) Disorders of emotional behaviour. Journal of Neurology; 248(9): 743–749.
  • Llewellyn, D. & Sánchez, X. (2008). Individual differences and risk taking in rock climbing. Psychology of Sport and Exercise, (9), 413-426.
  • Llewellyn, D., Sánchez, X., Asghar, A. y Jones, G. (2008). Self-efficacy, risk taking and performance in rock climbing. Personality and Individual Differences, (45), 75-81.
  • Savage, D., Chan, H.F., Moy, N., Schaffner, M., y Torgler, B. (2020). Personality and individual characteristics as indicators of lifetime climbing success among Everest mountaineers. Personality and Individual Differences, 162, 1-12.
  • Suchy, Y. (2011). Clinical neuropsychology of emotion. New York, NY: Guilford.

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