El Bosque Sputnik, una llamada a la comunidad

Resucitar un antiguo robledal, plantar miles de árboles, construir un sumidero de CO2 y generar impacto social positivo. Básicamente, este es el nuevo lío en el que Sputnik anda enredado. Como siempre, la misión implica hacer piña con la comunidad. ¿Te apuntas?

Las predicciones hablan de que los incendios extremos podrían aumentar hasta un 14% para 2030 en todo el mundo, un 30% para finales de 2050 y un 50% cuando termine el siglo. Lo dice un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La destrucción de los bosques y la biodiversidad forma parte de una cadena que se traduce en polución atmosférica, problemas de salud, aumento de las temperaturas y pérdida de empleo para las personas que viven cerca de (y gracias a) los bosques.

No hay que irse muy lejos para entender el problema, acordaos de este verano: hasta el 31 de octubre de 2022 ardieron 265.090,06 hectáreas de monte en España, pero es que a mediados de noviembre se contabilizaban aún quince incendios activos en la mitad norte peninsular y siete en la mitad sur. El incremento y la virulencia de los incendios son una consecuencia más del cambio climático y, a la vez, un acelerador del mismo.

Certificadores del cambio del clima

Los escaladores somos testigos directos de lo que está sucediendo. Nosotros sabemos que los días buenos de verdad para escalar adherencia (con mucho frío seco) son cada vez más inusuales, que hay laderas que no se bajan esquiando desde hace una década porque no nieva lo suficiente, que de las montañas de los Alpes caen enormes desprendimientos provocados por la degradación del permafrost… Contaba la expedicionaria y alpinista Chus Lago que durante una travesía por la Isla de Baffin atravesó el parque nacional Auyuittuq (en inuit, “La tierra que nunca se derrite”) y resulta que… se está derritiendo.

Somos certificadores del cambio del clima y de algunas de sus consecuencias más inmediatas, así que tenemos la responsabilidad de alertar de lo que está ocurriendo (no perdáis ni un segundo con los negacionistas tercos), como defienden, por ejemplo, Ignacio Palomo, escalador e investigador del Centro Vasco para el Cambio Climático, y Brady Robinson, director ejecutivo de Access Fund, quienes vienen a decir algo así como que “los alpinistas y escaladores conocen de primera mano las consecuencias del cambio climático y por ello deben ayudar a concienciar al resto de la población sobre sus efectos”.

¿Podemos hacer más…? ¡Claro que sí!

Los problemas de acceso al agua potable, el calentamiento global, la deforestación, la proliferación de catástrofes ambientales… son problemas que ya nos afectan y van a modificar la manera en la que vivimos y nuestra calidad de vida. Hay algunas cosas que podemos hacer para luchar contra esta realidad y, posiblemente, las más importantes sean consumir, viajar, escalar… ¡vivir! de manera consciente y reducir nuestra huella de carbono. Existe otra: la “descarbonización”; es decir, construir sumideros de CO2 que ayuden a compensar las emisiones, como por ejemplo la recuperación de ecosistemas. “La enorme y creciente extensión de los ecosistemas en estado de recuperación de todo el mundo proporciona una oportunidad sin precedentes para los refuerzos de restauración ecológica que ayuden a mitigar una sexta extinción masiva (…). Se necesitan esfuerzos de restauración activa para permitir y acelerar la recuperación”, afirma un estudio de 2019 publicado en National Center for Biotechnology Information y eso es precisamente lo que vamos a hacer, ¡lo que ya estamos haciendo!

El plan, que ya puso en marcha Sputnik hace unos años y que está asociado a otros beneficios para el procomún, como el bienestar social y la prosperidad económica, consiste en recuperar un inmenso bosque, y queremos que sea un proyecto en el que pueda participar toda nuestra comunidad, y más.

Reforestación inteligente

Nos hemos aliado con Retree para plantar un bosque. Hemos comenzado sembrando 250 futuros árboles autóctonos en Robledillo de la Jara, en la Sierra Norte de Madrid, casi rozando Guadalajara. La superficie en la que estamos actuando tiene 105 hectáreas o lo que es lo mismo, espacio suficiente para plantar ¡136.500 árboles! Se trata de un municipio que perdió su bosque autóctono de robles a finales de los años 30: la guerra y la hambruna provocaron su casi total deforestación para el cultivo de centeno y los incendios se encargaron del resto.

Pedro Pérez de Ayala, impulsor de este proyecto, nos explica qué características tiene este lugar y otros espacios elegidos para su recuperación y cómo se está interviniendo: “Escogemos siempre zonas en proceso de degradación, es decir, que su regeneración natural resulte imposible, y solo plantamos especies autóctonas, claro. Es importantísimo que el marco de plantación beneficie la regeneración natural y que no obligue a intervenir el bosque dentro de unos años; esto significa que plantaremos menos árboles (hectáreas) de lo que se hace habitualmente en estos casos. Y todavía más importante, debemos prever el riego y el mantenimiento; esto es algo muy raro en las reforestaciones, porque vale mucha pasta, pero hace que pasemos de un índice de supervivencia del árbol del 5 al 95%. En definitiva, apostamos por la calidad y no por la cantidad (porque a largo plazo esa calidad se transformará en cantidad)”.

Más oxígeno, más agua, más trabajo sostenible

Cada árbol absorberá de media (aunque dependiendo de cada especie y de otros factores ambientales, como la época del año, el calor, la humedad, la cantidad de luz…), 0,15 toneladas de CO2 en una vida estimada de 40 años, aunque en realidad se prevé que vivan mucho más. Los árboles también generarán beneficio hídrico: el agua que, gracias a que el suelo se encuentra arbolado, no se perderá por escorrentía, sino que se acumulará en los acuíferos, evitando así la pérdida de suelo y la erosión.

Retree apela también a la responsabilidad social y su compromiso de sostenibilidad ambiental va ligado a generar empleo local: todo el trabajo de acondicionamiento del terreno, plantación y mantenimiento del bosque corre a cargo de trabajadores de la zona. “Buscamos crear un impacto social, además de todos los beneficios ambientales asociados, y por eso contratamos personal local en cada bosque”, añade Pedro.