Veinte pegues y el paso sigue sin salir. ¿Me falta fuerza? ¿Tengo que cambiar de pies de gato? ¿Esperar a que baje la temperatura? Muchas veces bastará con estudiar el movimiento y analizar la ejecución técnica para descubrir el error y ganar eficacia. No es sencillo, pero vamos por partes.
La escalada es un deporte multifactorial en el que podemos llegar a alcanzar un mismo resultado a partir de niveles de rendimiento muy diferentes en distintas áreas. Según el análisis propuesto por algunos autores, podemos diferenciar tres grandes grupos de factores 1, 2 y 3:
- factores físicos como la fuerza y resistencia de dedos 4 y 6 o la fuerza de tracción del tren superior 7 y 8;
- factores psicológicos como la ansiedad 9, la capacidad de imaginación 10 o la concentración 2, entre otros 12;
- factores técnico-tácticos como la visualización pre-escalada 13 y 14, la colocación y dinámica del centro de gravedad 15 o la dosificación de la fuerza al agarrar las presas 14.
Para cada modalidad de escalada podemos organizar por orden de relevancia las áreas anteriormente citadas y los factores de los que se compone cada área, estableciendo diferencias para cada modalidad. Por ejemplo, en la modalidad de bloque presenta una mayor importancia las manifestaciones de fuerza respecto al resto de variedades 16. Pero al final, “todo es escalar” y también podemos encontrar rasgos comunes en todas las modalidades, como la búsqueda de la máxima eficiencia 15 y 17, entendiendo esta como la relación entre el trabajo generado y la energía invertida, es decir, entre la consecución de un fin y los recursos utilizados para conseguirlo.
El motivo es que todas las modalidades de escalada se dan en condiciones similares, en entornos fijos pero con diferentes grados de incertidumbre en función del estilo con el que se afronte la vía o el bloque. Dependiendo de la información y, por lo tanto, del conocimiento que tengamos del recorrido, mayor o menor será la incertidumbre, aunque el entorno en todo momento sea fijo.
En función del fin último de la técnica en el deporte, y siguiendo la propuesta de Morante e Izquierdo (2008)19, podemos diferenciar tres tipos de deportes:
- deportes cuya técnica está enfocada al proceso, como la gimnasia artística o la natación sincronizada, en los que la ejecución técnica en un entorno conocido y estable adquiere una finalidad en sí misma al evaluarse la perfección y dificultad de las acciones;
- deportes con enfoque al resultado, como el fútbol, el baloncesto o cualquier modalidad de escalada, en los que la técnica es un medio para la consecución de un fin, pero no es el fin en sí mismo;
- deportes de orientación mixta, como el skateboarding o los saltos de esquí, en los que la técnica es parte del resultado, al ser evaluada, pero además también es un medio para conseguir un fin, como puede ser saltar más alto, llegar más lejos o hacer la acción más rápida.
En escalada no hay dos pasos iguales
Las condiciones bajo las que se da la escalada, unidas a una naturaleza técnica enfocada al resultado y no al proceso, determinan el entrenamiento técnico, el cual debe basarse en la búsqueda de un estilo personal que permita al individuo adaptar la técnica a sus propias características y circunstancias en las que se deba realizar la acción.
¿Alguna vez has compartido métodos en una secuencia con tu compañero/a de cordada y cada uno ha realizado los movimientos con una técnica diferente? En este caso, seguramente, no haya una opción mejor que otra, si a ambos/as os permitía resolver la secuencia de la forma más eficiente posible. En este tipo de deportes, como la escalada, en los que la técnica se orienta al resultado, el escalador/a deberá enfrentarse constantemente a problemas psicomotrices con múltiples soluciones (en la mayoría de ocasiones) en los que deberá ir adaptando un modelo técnico a su estilo personal.
En los deportes que se llevan a acabo en entornos fijos y estables, cuya técnica se enfoca al proceso, así como en los deportes cíclicos, los modelos técnicos a imitar para conseguir un buen rendimiento están pormenorizadamente descritos –como es el caso de la natación 20 o la carrera 21–, lo que facilita la tarea al entrenador/a y al deportista en el proceso de aprendizaje técnico al tener bien detalladas las características del modelo técnico, facilitando el feedback en las correcciones al poder contrastar con un patrón ideal de movimiento.
Pero, no solo se facilitan cuestiones relativas a la ejecución, sino que además se minimizan los mecanismos perceptivos y decisionales, previos a la ejecución, ya que los entornos fijos y conocidos sobre los que se dan muchos de estos deportes hacen que podamos ensayar estas fases antes de la competición.
Como ya hemos dicho, la mejora técnica del escalador/a no viene por la imitación de un gesto ideal, sino por la adaptación del mismo a las circunstancias y características del sujeto y esto cobra especial importancia en escaladores con mayor experiencia. Teniendo esto en cuenta, la descripción del modelo técnico puede ayudarnos a la observación y análisis del movimiento, tanto a deportistas como entrenadores/as de cualquier nivel.
Tres fases, un movimiento
A la hora de elaborar un modelo técnico se debe tener en cuenta la estructura del movimiento, la cual atañe a dos dimensiones diferentes: por un lado, las características cuantitativas y cualitativas que describen el movimiento como la precisión o la fluidez y la fuerza o la velocidad, respectivamente; por otro lado, la estructura del movimiento, la cual, en cualquier gesto acíclico, siempre se compone de tres fases bien diferenciadas, aunque continuamente se realizan de forma concatenada. Desde su clasificación temporal, distinguimos las siguientes 19:
- Fase preparatoria: el objetivo de esta fase es generar unas condiciones óptimas para realizar los movimientos de la siguiente fase, la fase principal. Básicamente, esta se compone de movimientos de arranque –aquellos que se realizan en sentido contrario al movimiento de la fase principal– y movimientos de impulso, que siguen el sentido del movimiento principal. A grosso modo, el objetivo de estos movimientos es potenciar y ajustar el movimiento de la fase principal a las condiciones particulares en las que deba realizarse el movimiento.
- Fase principal: en ella se realizan los movimientos básicos para alcanzar el objetivo final por el que se ha decidido realizar el movimiento. En esta fase, básicamente se busca la mayor aplicación de fuerza posible, lo que se traduce en una mayor velocidad de ejecución.
- Fase final: tiene el objetivo de recuperar el equilibrio tras la fase desplazamiento gracias a movimientos inerciales y de frenado.
Y esto, ¿cómo se aplica en la escalada?
Veamos una propuesta de modelo técnico con un ejemplo concreto de escalada, una coordinación:
Lo primero que debemos hacer es determinar el objetivo principal que se quiere conseguir con el movimiento. En este caso, el objetivo fundamental por el que decidimos ejecutar esta coordinación es alcanzar y sostenerse de las dos presas amarillas, lo que se puede considerar como llegar al top del bloque.
Una vez tenemos claro cuál es el objetivo principal, podemos establecer objetivos secundarios que caracterizan el movimiento. Para este movimiento, el objetivo secundario clave es conseguir la máxima eficiencia, es decir, lograr llegar a las dos presas amarillas con el mínimo gasto energético, para lo que puede ser útil tener un gran abanico de recursos técnicos, físicos y psicológicos.
Por ejemplo, en la modalidad de escalada de velocidad, el objetivo principal sería presionar el pulsador y el objetivo secundario, llegar lo más rápido posible al pulsador, ya que entre los que llegan al pulsador, gana quien llegue antes. Sin embargo, en el resto de modalidades de escalada no se evalúa ni la velocidad (salvo en empates de competiciones de dificultad), ni la técnica utilizada, lo que sí sucede en deportes cuya técnica es el fin en sí mismo (como el patinaje artístico).
Una vez hemos descrito el objetivo principal y el/los objetivo/s secundarios del movimiento, el siguiente paso es elaborar la secuencia temporal típica de cualquier movimiento acíclico, recordemos: ¡tres fases, un movimiento! Una vez hayamos diferenciado las tres fases del movimiento podremos identificar objetivos parciales y características cuantitativas y cualitativas de cada periodo. ¡Vamos a por ello!
Fase preparatoria:
Da comienzo antes incluso de levantar los pies del suelo, ya que el escalador se coloca con su centro de gravedad fuera de la vertical de las manos y orientado en un sentido concreto con el fin de producir un balanceo que le ayude a impulsarse en el volumen (fotograma 1, figura 5).
El final de esta primera fase podemos ubicarlo en el instante en el que el centro de gravedad se aleja más de la línea de plomada de las manos, en dirección opuesta al desplazamiento (fotograma 8, figura 5). Desde el punto de vista mecánico, el objetivo de esta fase es conseguir el impulso necesario en el ángulo concreto de desplazamiento, para lo que se hace uso del ciclo estiramiento-acortamiento muscular (fotogramas 2, 3 y 4, figura 5), aumento del recorrido de aceleración y del impulso.
Fase principal:
Al estar concatenadas, esta fase comienza donde acaba la anterior: al final del contramovimiento y comienzo del movimiento en el sentido del desplazamiento (fotograma 1, figura 6). El final de la fase lo podemos situar al establecer contacto con los tres puntos de apoyo nuevos, exactamente cuando el tercer punto, la mano derecha, contacta con el volumen (fotograma 6, figura 6).
El principal objetivo de esta fase de vuelo es desplazar el centro de gravedad en la dirección y con la aceleración precisas para facilitar la consecución de la siguiente fase y el objetivo general de la coordinación. Los principios biomecánicos determinantes en esta fase son el mantenimiento de la estabilidad en ciertas articulaciones, así como el control de los grados de libertad de las mismas.
Las articulaciones pueden clasificarse en función de la cantidad de ejes en los que tenga posibilidad de movimiento. Por ejemplo, articulaciones “en bisagra” con un solo eje, como la humero-radial, solo permiten movimientos de flexión-extensión, es decir, en un solo eje, por lo que solo tienen un grado de libertad. Al contrario, articulaciones triaxiales como la escapulo-humeral del hombro o la coxo-femoral, de la cadera, permiten movimientos en tres ejes diferentes, exigiendo un mayor control del movimiento en ciertos ejes y la limitación en otros en función del movimiento.
Fase final:
Incluye desde que tomamos contacto con la mano derecha en el volumen, hasta que finalizamos el movimiento en las dos presas amarillas (fotograma 1 y 6, figura 7). El principal objetivo de esta última fase es recuperar el equilibrio frenando el movimiento generado en los periodos anteriores.
En aras de este objetivo, durante la fase final, son típicas las activaciones musculares excéntricas y los movimientos inerciales. Ambos movimientos buscan cumplir el principio biomecánico básico de absorción del impulso, tan necesario en esta fase.
Una vez hemos establecido el objetivo general del movimiento y delimitado el movimiento temporalmente, podemos describir las características críticas de cada fase. Seguramente esta sea la parte más práctica del proceso ya que estos ítems ayudan a observar la calidad del movimiento al describir y delimitar las particularidades del mismo. En las tablas 1, 2 y 3 se describen las principales características cuantitativas y/o cualitativas del ejemplo en concreto.
Como ocurre en cualquier deporte cuya técnica esté enfocada al resultado y no sea la propia ejecución técnica la que determina el rendimiento –como ocurre en cualquier modalidad de escalada–, las características críticas de cada fase temporal dependerán de las condiciones bajo las que se ejecuten. De este modo, nunca habrá dos ejecuciones iguales para un mismo movimiento, ni tan siquiera si fuera el/la mismo/a escalador/a quien repitiera el movimiento, ya que pequeñas modificaciones en cualquiera de las fases condicionan las fases y acciones posteriores, cosa que no tiene por qué ser sinónimo de no consecución del movimiento.
La influencia de estas condiciones en la técnica de escalada se hace especialmente palpable cuando comparamos a dos escaladores en un mismo problema. En ese caso, seguramente, podemos ver diferentes métodos para el mismo bloque o características cuantitativas y cualitativas distintas, adaptadas a la morfología del sujeto, condiciones ambientales, condición física de cada uno, capacidades psico-volitivas, etc.
Teniendo presente que la descripción de las características del movimiento es específica del gesto analizado y de las condiciones bajo las que se realiza, la descripción del modelo técnico servirá de gran ayuda para:
- Estudiar características cuantitativas y cualitativas del movimiento deportivo, que a su vez permitirán la descripción objetiva del modelo y adaptar el proceso metodológico de enseñanza-aprendizaje.
- Analizar, evaluar y valorar la calidad en la ejecución técnica.
- Investigar y precisar los parámetros de máxima eficacia.
- Observar errores y realizar correcciones.
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