Aunque la escalada es una actividad centenaria, la competición no aparece hasta la década de los ochenta del pasado siglo. Repasamos su origen, la polémica y su reconocimiento como deporte olímpico.
Pocos años después de la aparición de la escalada deportiva (normas escritas, equipamiento fijo, búsqueda de la dificultad, ropa espantosa…) llega inevitablemente la competición. Las primeras pruebas se hicieron sobre roca natural, con todos los inconvenientes que esto supone: encontrar paredes vírgenes, climatología, acceso, lugares para el público, manipulación de la roca para abrir itinerarios adecuados, impacto ambiental…). Poco a poco se fue estableciendo la compe sobre muros artificiales (al comienzo en fachadas de edificios, murallas e incluso el exterior de iglesias…) equipados con presas, hasta llegar a los muros fijos o expresamente construidos para la competición.
Unión Soviética, nace la competición
Desde 1976 del siglo XX el Comité de Deportes de la Federación de Alpinismo de la Unión Soviética celebraba sus competiciones (basadas casi siempre en la velocidad) en roca, la mayoría en Crimea. En 1984, coincidiendo con la apertura de la participación a escaladores de otros países, el Ministerio de Juventud y Deportes francés envía a Yalta a tres jóvenes: Jacky Godoffe, Thierry Renault y Serge Jaulin, quienes coinciden allí con escaladores de la República Democrática Alemana, la República Federal de Alemania, Checoslovaquia, Suiza, Bulgaria, Rumania, Hungría y Japón. A su regreso (volvieron con algunas medallas), declararon que “la competición crea una gran solidaridad” y que aunque “[la escalada] no se puede limitar a esto, la competición ofrece sensaciones únicas: la rapidez, la impresión de estar atento a todo”, añadía Godoffe. Un año después, la competición llega a Europa occidental.
Primera prueba en Europa occidental, Sportroccia
Bardonecchia, julio de 1985, Alpes italianos. Bajo el sector de la Pared de los Militares se reúnen 4000 almas entre escaladores, público neófito, curiosos, periodistas, fotógrafos y alpinistas escandalizados. Sesenta escaladores y siete escaladoras participaron en el histórico encuentro que se dividió en tres categorías: estilo (en 6b, prohibido apoyar rodillas…), dificultad (hasta 7b) y velocidad (sobre un 6a). Algunos nombres conocidos: Maurizio Zanolla Manolo, Jerry Moffat, Thierry Renault, Didier Rabotout (sí, el padre de Brooke y Shawn), Jacky Godoffe… y también Catherine Destivelle y Stefan Glowacz, los vencedores). Y, flipas, en el jurado estaba ¡Ricardo Cassin!
La crónica en el número 20 de la revista Desnivel concluía con este párrafo: “Alabada o criticada, temida o deseada, la competición ha llegado a la moderna escalada y, a tenor de lo visto, pensamos que se ha instalado entre nosotros de una manera definitiva”. Acertó.
Vaulx-en-Velin (Francia) acogió al año siguiente una prueba de la de Federación francesa –posiblemente la primera competición indoor de la historia– con pruebas de dificultad y velocidad. Darío Rodríguez, director de Desnivel, viajó para cubrir el encuentro y acabó confesando que ver a 40 escaladores probando la misma vía y prácticamente cayendo en el mismo sitio le había resultado una experiencia bastante… aburrida.
Güllich, ¡corre!
Aunque hay muchos nombres detrás de Sportroccia, sería una injusticia no citar a Andrea Mellano, gran impulsor de la escalada deportiva y responsable del primer rocódromo cubierto abierto al público (en el Palazzo a Vela de Turín), y a Emanuele Cassarà, los organizadores del multitudinario encuentro de 1985.
Tampoco estaría bien no aprovechar esta ocasión para recordar que Wolfgang Güllich, la noche antes de competir, se puso como un piojo con los colegas y acabó (en este orden) bailando en las vías del tren, corriendo delante de la policía y en el cuartelillo de los Carabinieri (en la escalada fue la hostia, pero corriendo, al malogrado Güllich no le fue demasiado bien). En una entrevista, Wolfgang decía que había visto a los escaladores tan serios y concentrados en Bardonecchia que aquello le había puesto triste y tuvo que darse a la bebida…
¿Y en España?
Las dos primeras competiciones en España se celebran en 1986 en Riglos y Panticosa. Al año siguiente se establece el primer circuito nacional, con pruebas en Leiva (Murcia), Oliana (Lérida) y Patones (Madrid-Guadalajara), con 100 inscritos. De lo que vendría después hay que destacar los másters Top 30, el Máster Nacional en La Coruña, los concursos de búlder en La Pedriza y Pamplona, el master internacional de La Riba (1990 y 1991), y los circuitos nacionales con copas y campeonatos de vías y boulder y, recientemente, de velocidad.
El Manifiesto de los 19. Fuck competition!
En 1985, 19 de los mejores escaladores franceses del momento firman el memorable Manifiesto de los 19, un alegato contra la competición y a favor de la preservación de los valores ancestrales del alpinismo. En él se recogían las siguientes declaraciones: “Algunos deportes como el fútbol o el tenis sólo existen por y para la competición, que es su razón de ser. Pero la esencia de la escalada es otra. Su finalidad es y debe ser la búsqueda de una dificultad técnica (…). Esto supone una contradicción respecto a las competiciones [se refieren a la velocidad, N. del A]. Seamos realistas. Podemos imaginar una competición basada en la dificultad pura, pero para ser espectaculares, las competiciones de escalada necesitan un sistema de puntuación comprensible por todos. (…) El único parámetro comprensible es la velocidad y el veredicto del cronómetro. La escalada se convierte ahora en algo parecido al esquí alpino: un circuito profesional con una monopolización de los espacios naturales en los que se practica más que preocupante”.
¿Dificultad?, tampoco
El Manifiesto continuaba repartiendo; ahora contra las pruebas de dificultad: “En cuanto a las competiciones basadas en la dificultad pura, ¿qué nos aportarán de más?, ¿mostrarán quiénes son los mejores? Ni mucho menos, porque la escalada moderna es demasiado compleja (libre, a vista, rotpunkt, solo) como para emitir juicios definitivos”.
“Nosotros no queremos entrenadores o seleccionadores, porque la escalada es ante todo una búsqueda personal. Si nadie reacciona, las competiciones, concebidas y organizadas por una minoría, pueden, rápidamente y con demasiada facilidad, convertirse en la referencia absoluta. Mañana quizás, habrá competiciones en las que los participantes lleven dorsales, retransmitidas por televisión. Pero también habrá escaladores que seguirán practicando el verdadero juego de la escalada: los guardianes de una cierta esencia y de una cierta ética de la escalada”.
Hoy firmo, mañana compito
De los 19 firmantes del Manifiesto (Patrick Berhault, Patrick Bestagno, Eddy Boucher, Jean Pierre Bouvier, David Chambre, Catherine Destivelle, Jean Claude Droyer, Christine Gambert, Denis Garnier, Alain Ghersen, Fabrice Guillot, Christian Guyomar, Laurent Jacob, Antoine Le Menestrel, Marc Le Menestrel, Dominique Marchal, Jo Montchaussé, Françoise Quintin y Jean-Baptiste Tribout), prácticamente solo Patrick Bérhault permaneció fiel a sus planteamientos durante toda su vida…
El escalador y alpinista José Isidro Gordito, recuerda en su blog que Berhault (fallecido en 2004 en los Alpes) declaró en una entrevista que la competición consistía en “cada día más difícil, cada día ir más rápido, cada día tener que estar más a punto… (…). Convertir a un hombre en prisionero e incluso llegar a ser degradante, tanto físicamente como en el plano moral. Mi interés por la escalada y el alpinismo no está en su vertiente excesiva (entendida como extrema), sino en la búsqueda de un equilibrio”.
Actualmente no se observa un movimiento demasiado militante contra la competición, quizá por la separación cada vez más marcada entre la roca y el indoor, también porque ya no se hacen pruebas en la roca, o simplemente por el desconocimiento –o directamente la indiferencia– generalizado de la historia de la montaña entre quienes llegan ahora a la escalada. Una excepción es el lema “Climbing is not about olympics” que se lee en una colección de camisetas de la casa Bélmez. Le preguntamos Javi Casas Pavi, autoproclamado “primer ministro de Bélmez Face” y artífice de la campaña sobre su postura ante el olimpismo: “Cuando todo parece ser una puta competición (el trabajo, la vida..) y tus históricamente ‘no-deportes favoritos’ (donde meto la escalada, el surf y el skate), que siempre tuvieron una gran mayoría de practicantes más interesados en ir a su bola, llegan los Juegos Olímpicos y cambian esa percepción, sobre todo a los nuevos iniciados. Y que quede claro que tampoco me molan nada los argumentos de que antes todo era mejor y bla bla, porque también había un montón de mierda y dogmas absurdos. Y al final de todo esto, lo que tengo que decir es que tampoco hay que darle tanta importancia a lo que ponga en una camiseta”.
El sueño olímpico
Aun cumpliendo con los requisitos para ser deporte olímpico, hace una década no había muchas esperanzas de ver a un escalador compitiendo en unos Juegos. En mayo de 2013, volvió el optimismo: el comité organizador de los JJ.OO de Tokio 2020 publicó una lista de ocho federaciones internacionales aspirantes al programa olímpico: Béisbol y Sóftbol, Bowling, Kárate, Deportes de Patines, Squash, Surf, Wushu ¡y Escalada Deportiva! La razón estaba clara: una mayoría de escaladores japoneses ocupaba las listas de las finales de la Copa del Mundo de Boulder. Allí estaban Akiyo Noguchi, tres veces campeona de la Copa del Mundo, y Sachi Amma, campeón de la Copa del Mundo (vías) en 2012 y 2013. También debió de pesar que en Tokio se calcula que escalan 550.000 personas…
Sólo faltaba la aprobación de la Asamblea del Comité Olímpico Internacional, y eso fue lo que ocurrió en agosto de 2016. Según Marco Scolaris, presidente de la IFSC (International Federation of Sport Climbing) ver cumplido este sueño había sido una “long, hard climb”.
Tras estrenarse en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018, la escalada llegó a Tokio 2020 (en realidad 2021 debido a la pandemia) con tres disciplinas (velocidad, vías y búlder) en una prueba combinada. El extremeño Alberto Ginés López consiguió el oro (seguido del estadounidense Nathaniel Coleman y el austriaco Jakob Schubert, mientras el podio femenino lo ocuparon la eslovena Janja Garnbret y las japonesas Nonaka Miho y Akiyo Noguchi.
En París, el formato de la competición cambia: la escalada de velocidad se independiza mientras los especialista del boulder y las vías se las verán en una combinada. Dos representantes de la Federación Española acaban de conseguir su pase a París: Alberto Ginés (vías y boulder), y Leslie Romero (velocidad).