Conscientes de que se nos han quedado un montón de títulos en el tintero y de que habrá otros muchos merecedores de entrar en la lista, aquí va la segunda y última entrega de nuestra variada y ecléctica selección de 20 libros de montaña (o casi) de 2020 (estos son los diez primeros).
El síndrome de la rata
Nos llega la primera edición en castellano de Feedding the rat, un libro de 1988 del escritor, poeta y crítico literario Al Alvarez (1929-2019). Alvarez firmó títulos sobre temas muy diversos como el divorcio, el suicidio, los sueños o el póker, pero fue también un gran apasionado del deporte y del montañismo, y por eso precisamente lo hemos traído aquí. En Alimentar a la bestia, narra la vida de Mo Anthoine (1939-1989), afamado escalador y alpinista británico y su compañero de cordada en muchas ascensiones. Un dato para situar a Mo: él y Clive Rowland salvaron las vidas de Doug Scott y Chris Bonington cuando las dos leyendas descendían hechos unos zorros del Ogro en 1977.
En esta ocasión, Alvarez no se limita a contar las historias vividas en primera persona, sino que describe también las aventuras de su amigo Mo y de otros personajes humildes y entrañables por las montañas de medio mundo. En la narración, con un estilo sencillo y claro, se alternan anécdotas cotidianas, cercanas, con saltos que nos transportan a tierras lejanas e historias que marcaron época en el panorama alpino mundial.
El título hace alusión al síndrome que padecemos irremediablemente todos los que disfrutamos de las montañas y la vertical. Si ya has leído Alimentar a la bestia o estas palabras te animan a hacerlo, casi con total seguridad es que ya estás infectado.
Roberto Llorente
Vamos a escalar un collage
Una semana antes de morir, la abuela Juana, que en los últimos años se había aficionado a las revistas de escalada, le regala a Julia la reseña de una ruta inventada: un collage confeccionado con pedazos de croquis de distintas vías de escalada pegados entre sí con celofán. Acompañada por su amiga Sara, Julia emprende un viaje imposible hacia la Montaña Apócrifa.
Una vez alcanzado el pie de vía, Julia y Sara se disponen a escalar. Pero, ¿es posible ascender una montaña hecha a base de fragmentos de muchas montañas? ¿Se puede subir por un collage? Pues sí, por increíble que parezca, se puede: el texto de Olga Blázquez travesea con la realidad y permite así disfrutar de la magia de la literatura, que vuelve real lo imposible y juega.
En la introducción, Olga nos propone que leamos el libro de noche, a poder ser en un vivac y bajo la luz de una frontal; yo te recomiendo además que lo hagas en un lugar donde dispongas de buena cobertura. Porque La montaña apócrifa no es una única historia de montaña y fantasía: es una propuesta gamberra que, largo a largo, abre sus páginas a múltiples anécdotas elegidas escrupulosamente con criterio y poesía, y enciende así la mecha de otras lecturas que nos transportan a diversos paisajes repartidos por todo el planeta y a distintas épocas. Leer con un buscador abierto te permitirá sumergirte en esas narraciones de manera que este librito pequeño y bonito, de edición cuidada, se te desplegará en una historia que desborda las páginas del propio texto.
Siguiendo con la trayectoria de las obras publicadas por Olga hasta el momento (Cartografías nómadas, Ed. Desnivel (2017). Quebrantahuesos. Diario de montaña, Ed. Piedra, papel, libros (2019)) La montaña apócrifa nos ofrece un punto de fuga con respecto a la Literatura de Montaña, construida mayoritariamente con hazañas de superación y grandes retos protagonizados por héroes titánicos que atacan montañas y conquistan cimas explorando los límites de sus cuerpos, siempre al borde de la muerte. En sus textos, Olga crea personajes y lugares que posibilitan maneras nuevas de pensar, de sentir y de habitar la montaña; tan necesarias, tan reconfortantes. La escritura, la escalada y la vida como cuestionamiento, como provocación, como juego.
Eider Elizegi Telletxea
Una explicación ¿convincente?
Atención a la historia: URSS, invierno de 1959, nueve montañeros se internan en la Mertvaya Gora (nada menos que “la Montaña Muerta”), en los Urales; todos mueren en circunstancias misteriosas durante la madrugada del 1 al 2 de febrero. La primera investigación (junio de 1959) concluyó con que había actuado “una fuerza elemental irresistible”. Y se quedaron tan anchos. A lo largo de las siguientes décadas se vertieron todo tipo de conjeturas para dar con la explicación al macabro suceso, desde interpretaciones científicas (pruebas nucleares secretas), conspiraciones (asesinato de la KGB), hasta disparatadas (y fascinantes) historias de ovnis y yetis. Si le sumamos el hermetismo y secretismo de la Unión Soviética en plena Guerra Fría, nos encontramos con un guion perfecto de intriga, enigmas e información clasificada.
Existen varios títulos que abordan el tema y también una película británica de 2013. En esta ocasión es el guionista y director de cine Donni Eichar quien se lanza a encontrar una explicación convincente. Y lo consigue. O no… Eichar plantea su trabajo mezclando tres narraciones: una reconstrucción del viaje sin retorno de los estudiantes de Sverdlovsk (con algunas menciones a cómo se estructuraban los grupos montañeros soviéticos, su jerarquía y el sistema para obtener los distintos grados de experiencia), otra de las investigaciones desde que se da por desaparecidos a los montañeros hasta la primavera de 1959 y una tercera en la que Donni relata sus viajes a Rusia para reunirse con personajes relacionados con el caso –entre ellos Yuri Yudin, el único superviviente del grupo– y viajar en invierno a la zona cero del caso Diátlov (en moto de nieve…).
Si eres fan de Jiménez del Oso, las psicofonías del profesor Germán de Argumosa, Íker Jiménez y sus contertulios…, seguro que vas a pasar unos buenos ratos en compañía de Dead Mountain.
José Manuel VG
Literatura del encierro
En pleno confinamiento, con escaladores y senderistas con ojeras de tanto soñar con las rocas, Ediciones Desnivel propuso un concurso de relatos breves donde la montaña fuera escenario, protagonista o excusa para sacarnos de los límites de nuestras casas, aunque fuera con la imaginación. Y con tanto alma en pena sin poder salir a trepar al monte, recibieron más de 500 relatos breves. Montañas confinadas es la selección final de 26 cuentos escritos durante el encierro.
Muchas veces denostados por ser los hermanos menores de las novelas, los cuentos cortos enfrentan un desafío evidente: deben tener la capacidad de crearte adicción con sus primeras líneas. Porque si no, los vas a dejar a medias. Es un pecado que no produce tanto remordimiento como abandonar una novela y en estos días en que leer es como elegir una película en Netflix, ¿para qué vamos a perder el tiempo con una historia que no nos seduce?
Por eso un cuento corto es como un plato de alta cocina: no sobra nada, pero tampoco puede faltar. Porque solo tiene pocos segundos para agarrarte por el cuello y hacer que necesites saber qué pinta un deshollinador en un compendio de historias de montaña (Lágrimas negras, de Alejandro Cartujo Villar) o por qué y en busca de qué ha huido Anna (Anna, Noelia García Rodríguez).
Con las mismas te puedes encontrar con las manos y sienes palpitantes en mitad de la pared sur de El Pájaro, tratando de encontrar una nueva ruta, como lo pasó a Teógenes Díaz (Y ahora qué, Silvia García) o en manos de tu compañero de cordada, loco de celos, mientras tú tratas de no perder agarre sobre el hielo y la duda de si seguirá agarrando la cuerda ahí abajo (Infiel, Alberto Martínez Embid).
Cada uno de ellos tiene unos minutos para que quieras saber qué pasó con el Barbas (Dando palmas, Luis Melgarejo), para hacerte sentir que has aterrizado directamente en el crux de una vía en un momento un poco delicado (Friends, frisuelos y Rock & Roll, Pablo Escudero Ruiz) o para ofrecerte, en once palabras, una alegoría de la escalada y la vida (Una vida segura, Sara Polo González). Una llamada de las montañas que te va a resonar por dentro..
María R. Bajo
Será por bloques
Dicen que cada vez que se publica una nueva guía de escalada aparece ya desfasada, que nada más salir de la imprenta ya existen vías y bloques nuevos. Solo por eso, se le quitan a uno las ganas de meterse en el jaleo, y si a eso le añades las dimensiones de la Pedri, hay que estar muy loco para embarcarse en un proyecto de semejante envergadura.
Me fascina el “currazo” de Talo: 3470 bloques (de los cuales, más de 250 son para niños), cerca de 1700 imágenes donde plasma cada línea, así como fotos de los caminos y cruces para llegar a cada uno de ellos. Y para los más despistados, coordenadas GPS y fotografías satélite (ahora atrévete a decirme que no has sabido encontrar el bloque…).
¡Pero, espera, espera, que aún hay más!, que se ha currado unos iconos en forma de “manitas” para que todo el mundo sepa dónde empieza el bloque, se acabó eso de anotarse un pepino porque se ha empezado desde más arriba (aunque claro, quizás a más de un@, esto no le venga del todo bien).
No es amor de hermano, para nada… Esta guía es, en definitiva, una versión muy mejorada de la anterior, que no solo recoge la Pedri sino que abarca otras zonas de alrededor como El Boalo, Navacerrada, Becerril, Soto del Real y Cerceda. Y lo mejor de todo es que, conociendo al autor como le conozco, seguramente ya andará apuntando los bloques recién abiertos para la siguiente.
Palan Martín
Responsabilidad y respeto
¿Te haces a la idea de todo lo que se esconde debajo de una chapa? ¿Sabías que más allá de el nombre y el grado de una vía existió todo un proceso de creación y un trabajo duro y casi siempre desinteresado? Sí, sí, detrás de cada ruta hay una labor ardua y altruista que requiere de ciertos conocimientos, y nadie mejor que Tino Núñez para sacarlos a la luz.
Es esta nueva edición de Anclajes para escalada, además de ampliar la información sobre anclajes, resinas y descuelgues, se abordan cuestiones medioambientales, económicas y legales estrechamente relacionados con este trabajo, así como la historia los primeros equipadores y escuelas de escalada. Destacaría el capítulo dedicado al reequipamiento, ya que entra de lleno en una problemática actual y en la urgente necesidad de cambiar y renovar gran parte de los anclajes instalados hace más de treinta años.
Anclajes para escalada es la obra de referencia en español para conocer todo lo que se esconde detrás del trabajo del equipador, un trabajo expuesto de forma responsable sin perder nunca de vista el entorno donde se desarrollan las escuelas de escalada, el respeto a la roca y el compromiso inherente que el aperturista adquiere hacia las generaciones venideras. Me atrevería incluso a decir que este manual no pretende animar a nadie a empuñar un taladro, sino todo lo contrario; su información exhaustiva y detallada, el análisis de todas las problemáticas derivadas de la instalación de material fijo nos dejan muy claro que no todo el mundo está capacitado ni formado para llevar a cabo la labor.
Silvia García
‘Ya nadie canta al desierto y a las planicies’
Hablar de la España vacía, de Laponia del Sur o de la Siberia extremeña empieza a ser el eje de un nuevo género literario que trata de acercarse y narrar las desventuras del campo español. Gabi Martínez, periodista y gran viajero, echa el freno en su ajetreo cotidiano y decide instalarse en Sanjuanilla, una majada de pastores sin luz, al cuidado de unas pocas ovejas y acompañado de una mastina. Regresa a la tierra de su madre para relatarnos cómo es la vida en una de las tantas extensiones de la Península con una densidad de población digna del círculo polar.
Es una experiencia personal que a modo de diario nos va revelando el quehacer y el pasar cotidiano en un ambiente con duras condiciones, un paisaje bello pero exigente. Igualmente nos va mostrando sus sensaciones y pensamientos que lejos de grandilocuencias son cercanas y nos hacen conocer el camino que le llevó hasta allí. ¿Está Gabi empezando un cambio de verdad o él es el testigo de aquellos que lo protagonizan y que va conociendo a los largo de su estancia en la Siberia extremeña?. Sin duda son los personajes de la novela, pastores fundamentalmente, los que más interés despiertan al lector. Las luchas y los conflictos tradicionales del campo salen a la luz, como si de un western se tratara, donde aquellos que pretenden cambiar las dinámicas, casi feudales, del campo chocan una y otra vez con los mismos muros.
Gabi es protagonista, tal vez, de un cambio personal pero sobre todo nos presenta muchos pequeños cambios, firmes y comprometidos, de varios personajes de su relato. Miguel y su romántico rebaño de ovejas merinas negras, cómo no, es un ejemplo. Resulta emocionante conocer estas luchas de cerca, unas de tantas las que habrá en el territorio vaciado.
De escenario Gabi cuenta con un territorio olvidado: “Quizá sea una ilusión pero diría que desde hace años ya nadie canta al desierto y a las planicies como antes, o no llega a tantos oídos, mientras hay gente haciendo cola para subir al Everest. La sed de adrenalina y espectáculo ha encumbrado a las montañas y en esa tesitura es fácil preguntarse quién canta a la dehesa”, asegura Gabi.
Felipe Gómez viajesapie.com
Margo Crane y el río Stark
En este libro no hay montañas (pero sí un río, el Stark), tampoco alpinistas (pero sí una auténtica superviviente, Margo Crane, de 16 años). Por si fuera poco, me acabo de dar cuenta de que salió a finales de 2019. Da igual, aquí se queda, cualquier lista que se precie tiene que contar con una rara avis; además en el libro hay denuncia ambiental, y de género, y social, y seguro que alguno me agradecerá descubrir Dirty Works, una editorial dirigida por bebedores de moonshine tatuados y por cuyos libros desfila todo tipo de basura blanca a ritmo de banjo y mandolina.
“La única beneficiaria de una beca Guggenheim que sabe cómo se castra un cerdo”. Así arrancaba una biografía de Bonnie Jo Campbell que leí no sé dónde, precisamente lo que me condujo a la serie de relatos recopilados en Desguace americano y de ahí directo e irremediablemente a Érase un río. En la novela hay ecos de Mark Twain y sin duda Margo, la protagonista, es una pariente lejana de Huckleberry Finn. Desheredada y sola, huye en busca de no sabe bien qué, sobreviviendo en el río, disparando a ciervos y desollando conejos. Margo lidia con los personajes que circulan en los textos de Campbell, generalmente almas torturadas del Medio Oeste, personalidades definidas por el paisaje “tanto físico como socioeconómico” –decía Campbell en una entrevista–, a veces tiernos, a veces despreciables, a veces las dos cosas a la vez.
Dadle una oportunidad, o al menos echadle un vistazo a la peli (se estrenó en 2019), no os va a dejar indiferente, especialmente si lo que hay en vuestra casa es “auténtica devoción por Faulkner”…
JM V-G
Caminos por descubrir
Hoy hace un día bueno y has quedado con colegas para hacer una excursión que sale en una guía de rutas. Todo va bien hasta que llegas a un cruce de caminos y os perdéis; no hay forma de desenmarañar el terreno y mucho menos de interpretar las indicaciones de la guía, que está escrita en élfico. Entonces es cuando tienes esa sensación de ser Frodo y Sansagaz guiados por Gollum y, para colmo, se está nublando. ¿Podría ser peor?
Alfredo Merino, que se sabe esta historia, te propone una guía diferente ya que tanto él como Marga Estebaranz alimentaron durante 23 años un blog semanal de excursiones y salidas por los caminos y montañas de Guadarrama, además de contar con una amplia y larga experiencia en la montaña, como periodista y como escritor.
Esta recopilación propone treinta excursiones por rincones desconocidos y poco o nada “gentrificados” de la Sierra de Guadarrama y, además, insiste en la necesidad del respeto hacia la montaña y la responsabilidad de todos a la hora de encontrar fórmulas contra masificación de los entornos naturales.
La guía comienza con un mapa general del Parque Nacional donde aparecen marcadas todas las excursiones. Después, cada caminata viene descrita (incluyendo una pequeña ficha con su duración, dificultad, observaciones, acceso…) e ilustrada. El conjunto te permitirá disfrutar del recorrido sin necesidad de encomendarte a Gandalf y a todas las deidades élficas de la Tierra Media.
Silvia García
Ochomilismo elegante
Durante muchos años (incluso ahora) el alpinismo que trascendía a los mass media se limitaba únicamente a la acumulación de ochomiles. Casi como una fórmula matemática, la calidad se medía por la cantidad de cimas de gigantes del Himalaya hacinadas en el historial. Cuerdas fijas, ejércitos de porteadores, oxígeno complementario, vías normales trilladas… Daba igual: si tenías el pleno eras equiparable a Kukuczka, Messner o Loretan. Pero eso, por más que insistan, no es así. Ni de lejos.
En la época dorada (la década de los 90) del coleccionismo a toda costa, comenzaron a despuntar tímidamente los hermanos Iñurrategi. Sus ascensiones rescataban formas de entender esas escaladas veinte años antes. Subían por vías distintas, en invierno, sin oxígeno enlatado, uniendo la cima principal con las secundarias, lejos de la obsesión de los Catorce… En fin, aportando algo al monótono panorama del ochomilismo.
La novela gráfica Un latido en la montaña resume de forma efectiva y ágil la biografía de Félix y Alberto Iñurrategi, paralelamente nos cuenta la evolución de la Fundación Baltistán y las peripecias de los hermanos con algunos de sus amigos (Mikel Zabalza, Juan Vallejo, José Carlos Tamayo, Jon Lazkano, Juanito Oiarzabal, Jean-Christophe Lafaille…).
El periodista Ramón Olasagasti, encargado del guion de esta obra, ya tenía precedentes en el formato y temática, ya que en 2018 firmó Everest. todo un pueblo en la cumbre mano a mano con el dibujante César Llaguno. El tándem vuelve ahora a reunirse, esta vez apoyados por Felipe H. Navarro también al mando de las tintas, para contar, de forma distinta a lo que estamos acostumbrados en este género, un puñado de aventuras bonitas de gente que tiene muy claro cuáles son las prioridades.