El boulder, castellanizado como búlder o bloque y literalmente traducido como “roca grande y redondeada”, es una disciplina de la escalada con carácter propio. Consiste en resolver problemas de bloque en roca o rocódromo de “baja” altura, sin necesidad de cuerda. En este artículo vamos a profundizar en sus orígenes, dónde y cómo se realiza, su filosofía y el material necesario para practicarlo.

¿Desde cuándo se hace búlder?

En realidad se practica búlder incluso antes de que existiera este término. Y es que los alpinistas y escaladores del siglo XIX ya empezaron a utilizar las rocas como parte de su entrenamiento para las grandes montañas, si bien no lo consideraban un fin en sí mismo.

Los bloques británicos

Si hablamos de pioneros, hay que citar al británico Oscar Eckenstein, un ingeniero y alpinista con formación gimnástica que aportó una visión distinta sobre esta práctica. Capaz de hacer dominadas con un solo brazo, fue de los primeros en promover un estilo de escalada más técnico y competitivo. Su argumentación sobre “la escalada de equilibrio”, a finales del siglo XIX, sentó las bases de lo que ya comenzaron a denominar “escalada en bloque”, si bien la comunidad británica no reconocería el búlder como disciplina hasta décadas después. El bloque The Eckenstein Boulder, ubicado en la zona de Snowdonia, en el noroeste de Gales, fue bautizado en su honor, y cuentan que el mismo Eckenstein aseguró de esta roca que «aparentemente encarna todos los problemas fundamentales que hacen las delicias de los alpinistas».

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El Bloque Eckenstein, con 14 problemas de boulder, en la zona galesa de Gwynedd.

Los Bleusards

El gran punto de inflexión llegó unas décadas después, a principios del siglo XX, y tiene como escenario el famoso bosque de Fontainebleau. En realidad a esta zona ubicada a unos 60 km al sur de París, cuajada de bloques de arenisca, ya acudían desde el siglo anterior los parisinos para ponerse en forma para sus escaladas en los Alpes. En muchas ocasiones utilizaban cuerdas que instalaban desde arriba para asegurarse. Fue aquí donde un grupo de escaladores jóvenes, entre los que destacó Pierre Allain, comenzó a subirse por aquellas rocas dándole a sus escaladas un valor intrínseco, buscando la dificultad del movimiento como reto independiente. Esta ruptura con la tradición fue un paso clave para el reconocimiento del búlder como disciplina deportiva en sí misma.

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Marie-Rose, Fontainebleau, el primer 6A de bloque. Escalado en 1946 por René Ferlet y repetido poco después por Pierre Alain. Foto: Silvia García.

Los llamados “Bleausards” empezaron a hacer movimientos dinámicos y complejos, incorporaron la resina de colofonia (“pof”) para mejorar su adherencia e incluso empezaron a usar pequeñas alfombras para limpiarse los primeros rudimentarios pies de gato, con modelos que incorporaron la suela de goma desarrollados por el mismo Allain (en 1930, llamados “PAs” por sus iniciales).

Otro de los componentes de este grupo, Fred Bernik, desarrolló en 1947 los primeros circuitos de entrenamiento en Fontainebleau, marcándolos por colores según su dificultad. Aunque inicialmente estaban planteados para el entrenamiento alpino, pronto se convirtieron en desafíos en sí mismos, ayudando a consolidar esta cultura emergente del búlder.

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Bleausards a comienzos del siglo XX.

John Gill y su «Arte del Boulder»

Cruzamos el charco hasta EEUU en la década de los 50, donde sobresale la figura de John Gill, considerado por muchos como el auténtico padre del búlder. De profesión matemático y gran aficionado a la gimnasia, Gill pronto empezó a especializarse en la escalada de rutas cortas, que requerían movimientos acrobáticos, destacando por su dificultad. Gill concibió la escalada en bloque como una extensión de la gimnasia, introduciendo numerosas innovaciones, desde los movimientos dinámicos en las rocas a ejercicios específicos para entrenar. También fue suya la primera propuesta de graduación de los bloques, así como el uso del polvo de magnesio (“chalk”) para secar el sudor de las manos y mejorar el agarre, algo que no tardó en popularizarse.

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John Gill en Pennyrile Forest a comienzos de los 60.

Aunque, como hemos visto, no fue el primero en practicar búlder, sí fue pionero en especializarse en esta disciplina y en difundir su práctica, promoviendo la búsqueda de terrenos para su realización. En su influyente artículo The Art of Bouldering, publicado en 1969 en el American Alpine Journal, ya presentó el búlder como una disciplina con identidad propia que combina dificultad técnica con una fuerte dimensión estética, y que requiere de una preparación técnica específica. Hoy John Gill sigue vivo (88 años) y en Youtube se pueden ver vídeos de sus entrenamientos con hasta ¡80 años!

Fundamentos y tipos de búlder

El objetivo del búlder es resolver un “problema” de escalada, es decir, una secuencia de movimientos que requieren fuerza, equilibrio, coordinación, potencia, técnica y creatividad. A diferencia de otras disciplinas como la escalada deportiva o la tradicional, en el boulder los movimientos son más explosivos, técnicos y obligados. Se trata de resolver un “puzzle” exigente pero de pocas piezas.

Podríamos decir que es la esencia de la dificultad de la escalada concentrada en pocos metros. Sin embargo, la prioridad en el búlder no es solo la dureza, sino sobre todo la estética del movimiento. Se valora la belleza y ejecución de los pasos, más allá de su grado.

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“la prioridad en el búlder no es solo la dureza, sino sobre todo la estética del movimiento. Se valora la belleza y ejecución de los pasos, más allá de su grado”. Boulder en Red Rocks, EE.UU.

Aunque habitualmente se practica en rocas de no más de 4 o 5 metros de altura, también se puede realizar en rocas más altas. Esto último es lo que se denominan highballs o tsunamis en español, con bloques de hasta 15 metros en los que la frontera entre la escalada sin cuerda (en solo) y el búlder queda difusa.

También podríamos considerar la escalada en los acantilados, llamada psicobloc o Deepwater soloing en inglés, como una modalidad del búlder, puesto que se practica sin cuerda, si bien en este caso el aterrizaje se realiza directamente en el mar.

Búlder en roca versus búlder en rocódromo

La roca sobre la que se practica búlder determina en gran medida el estilo de escalada. No se trata solo de su composición geológica —como granito, arenisca, caliza, gneis, conglomerado o cuarzo—, sino también de su relieve, formas, inclinación, textura y tipos de agarres.

La combinación de todos estos elementos da lugar a estilos más explosivos o más técnicos, con presas que pueden ser regletas, romos, fisuras, aristas o techos, entre muchas otras. Esta diversidad convierte cada bloque en una experiencia única, que va más allá del movimiento físico e incluye una conexión directa con el entorno natural.

Victoria Sputnik Climbing Legazpi.
En los modernos rocódromos podemos encontrar una gran diversidad de propuestas (diferenciadas por colores según su nivel de dificultad) con estilos muy diversos y originales. En la imagen, Victoria Peinado en Sputnik Legazpi.

En los rocódromos, los problemas de bloque se diseñan en muros bajos utilizando presas artificiales, lo que permite una gran diversidad de propuestas, normalmente diferenciadas por colores según su nivel de dificultad. Aunque la oferta es amplia, el búlder indoor tiende a centrarse en un estilo de escalada más dinámico y acrobático, a menudo con elementos que recuerdan al parkour.

Código ético del bloquero

Desde sus inicios, el búlder ha estado íntimamente ligado con el entorno natural en el que se practica, promoviendo una escalada respetuosa tanto con el lugar como con todos los seres y plantas que lo habitan. Es muy importante no olvidar este principio y ser sumamente cuidadoso con tus actos: no dejar basura, no molestar a la fauna (lo que implica no gritar, poner música o hacer ruidos fuertes), no modificar la vegetación, respetar los caminos y en definitiva dejar el mínimo rastro posible de nuestro paso.

Más allá de todas las normas imprescindibles de conducta, el respeto a la roca también es fundamental. No es lícito modificar los agarres naturales de la roca, es decir, tallar o picar cantos. Somos nosotros quienes nos tenemos que adaptar a la roca, no al contrario. Hay que dejar espacio para la evolución de las siguientes generaciones.

Albarracín Sputnik Climbing
El cepillo de boulder, material imprescindible del escalador concienciado para limpiar el magnesio de las presas.

También es recomendable incorporar un cepillo suave en tu equipo cuando vayas a escalar, especialmente en bloque. Sirve para limpiar las presas de magnesio o suciedad, de forma que el escalador o escaladora que venga después de ti pueda disfrutar de la misma experiencia. Especialmente si has hecho “clecas” o marcas de magnesio para acordarte de los pasos, bórralas con el cepillo antes de marcharte.

Muchas zonas de búlder están sujetas a regulaciones. Procura informarte siempre de la normativa de cada lugar al que vayas y respeta lo establecido, por el bien de la escalada y su continuidad.

El búlder, una actividad social

Aunque el búlder plantea un reto personal en el que uno mismo se enfrenta con la roca, tiene un fuerte componente social. Normalmente se practica en grupo, intercambiando impresiones, posibles soluciones a un problema y fomentando la motivación.

Es muy importante el papel del “porteador” o persona que te cuida las espaldas cuando caes de un bloque, dirigiéndote al crashpad y evitando que sufras lesiones, que pueden llegar a ser graves en una mala caída.

Boulder Sputnik Climbing
El boulder es seguramente la modalidad de la escalada más social.

Material necesario para iniciarse en el búlder

Una de las ventajas del boulder es que requiere poco material, lo que lo hace accesible para principiantes. El equipo básico consiste en:

  1. Pies de gato: que sean precisos y nos ajusten bien, pero sin causar dolor. En muchos pasos de bloque se utilizan las puntas y gran parte del talón, por lo que vienen bien modelos que tengan estas zonas con un recubrimiento extra de goma.
  2. Magnesio: para secarnos las manos y adherirnos mejor a las presas. Se puede llevar en una bolsa de magnesio o “magnesera”. En muchos rocódromos hay dispensadores de magnesio líquido, que genera menos polvo.
  3. Crash pad: es una colchoneta plegable que se coloca bajo el bloque para amortiguar caídas. En los rocódromos las superficies de aterrizaje ya están acolchadas.
  4. Cepillo: para limpiar las presas de magnesio y suciedad, como ha quedado explicado antes.

¡A por el siguiente bloque!

La aparente sencillez de esta disciplina, su bajo riesgo, intenso componente social y el material básico que se necesita para practicarla, ha hecho que sea una de las modalidades de la escalada que más ha crecido en los últimos tiempos. Entre sus múltiples beneficios están las ganancias físicas, como la mejora de la fuerza y resistencia muscular, así como la coordinación o el equilibro. Pero también aporta a muchos otros niveles, como el fomento de la superación personal, la concentración o la mejora de la autoestima.

Cada problema o bloque te reta física y mentalmente. Es una forma divertida y dinámica de hacer ejercicio que se puede practicar tanto en la roca como en el rocódromo y que no requiere una inversión demasiado alta. ¿Te animas a probarlo?

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