Escalador desde 1987 y pionero del entrenamiento de la escalada de nuestro país, Luis Lubeigt (San Sebastián, 1967) se dedica actualmente a la naturopatía y trabaja como profesor de yoga Kundalini en su centro Avagar en Madrid. Después de impartir en Sputnik unos monográficos sobre meditación, pasamos una tarde con él para saber más sobre su transición del entrenamiento físico hacia el trabajo mental y espiritual.

Luis, 1987 fue un año de pleno auge de la deportiva. Vivías entonces en el País Vasco, uno de los epicentros de la escalada de dificultad y enseguida empiezas a interesarte por el entrenamiento…
Yo en realidad ya venía de ese mundo. Fui entrenador, primero regional y luego nacional, de fisioculturismo y halterofilia. Luego me formé como entrenador personal con la Academia de Medicina Deportiva de Estados Unidos e hice una especie de conversión a la escalada deportiva, porque no había nada entonces. Es más, hasta estaba mal visto que un escalador tuviera un entrenador…

¡Era trampa!
[Risas] Sí, sí, total.

Hablar de entrenamiento de escalada en los ochenta era casi surrealista. ¿Qué estudios había? ¿A quién seguíais?
No había NADA. Únicamente el libro de Patrick Edlinger, Grimper, algo muy básico, de donde saqué ideas. Lo estuve investigando con algunos escaladores, con Patxi [Arocena] sobre todo, y desarrollando protocolos y publiqué algunos artículos que se basaban en lo que exponía Edlinger.

Aquel libro marcó a todos los escaladores de la época, proponía pruebas pioneras de fuerza de dedos y cosas así.
Era absolutamente revolucionario y puntero, y lo único que había. Algunas cosas incluso siguen vigentes. 

¿Buscabais transferencia entre el entrenamiento de otros deportes y la escalada?
Sí. Primero, el entrenamiento con cargas (pesas). Yo venía de ese mundo –tenía la titulación de Musculación y Halterofilia– e intenté transferir el trabajo de las cargas al mundo de la escalada. De eso no había nada entonces y estuvimos investigando muchísimo. Y a Patxi lo tenía como conejillo de Indias.

Además de Patxi, ¿con qué escaladores trabajaste?
Josune Bereciartu, Ricardo Otegui… A Patxi le entrené tres años…, tres años que quedó campeón de España… No me voy a atribuir el mérito, fue casualidad [se ríe]. También estaba Manu Beriain, Papildo… Un poco con David Carretero, que fue campeón del mundo juvenil; Erramun Irastorza, que entonces comenzaba a mover el tema de la competición en el País Vasco.

¿Y has seguido la evolución del entrenamiento hasta hoy?
Reconozco que no demasiado, llevo los últimos nueve años dedicado en cuerpo y alma a la meditación y el yoga y he dejado un poco de lado el mundo del entrenamiento.

¿Pero los principios que marcasteis siguen vigentes?
Siguen. Cada vez se va afinando más, para conseguir el famoso 10 por ciento plus, pero sigue vigente. Ha habido mucha especialización en el boulder, que entonces era casi un medio para mejorar la fuerza para hacer vías y ahora es un área en sí misma, en ese aspecto sí ha habido cambios. La fisiología humana no ha cambiado, se ha cambiado la forma de entenderla para afinar un poco más. El famoso 80-20: con un 20 por ciento de esfuerzo consigues el 80 por ciento de resultados y para conseguir ese 20 por ciento extra necesitas un 80 por ciento de recursos. El avance de las técnicas de entrenamiento consigue ir llevando más allá el listón, pero, por una cuestión lógica, cada vez la progresión es menor, estamos cerca de los techos de la fisiología, algo que pasa en todos los deportes: hay progresión pero cada vez es más lenta.

“Con un 20 por ciento de esfuerzo consigues el 80 por ciento de resultados y para conseguir ese 20 por ciento extra necesitas un 80 por ciento de recursos

¿Ha cambiado la figura del entrenador profesional de escalada en todos estos años?
Absolutamente. Hoy en día a nadie le extraña que un escalador tenga entrenador, coach, psicólogo…

Luis Lubeigt 2019

Incluso escaladores con poca trayectoria…
A veces veo a gente peleándose con un 6b y dicen “tengo que hacer más campus”… ¡¿Perdona?! ¡Lo que tienes que hacer es aprender a mover los pies!

Es interesante este cambio tuyo del entrenamiento físico a trabajar el plano mental…
Sí…, espiritual. Bueno, yo en realidad ya venía “meditado” antes incluso de empezar a escalar [risas]. Tuve la suerte, por esas cosas cósmicas que pasan, de que, con 16 años, encontré a un maestro, Prem Rawat, que trabajaba en plan espiritual, meditación… y a partir de ahí me instruí en estas artes.

¿Quién es este hombre?
Un maestro indio que fue a Estados Unidos y creó escuela. A mí me gustó mucho su mensaje, que básicamente viene a decir: “estas son las herramientas pero el trabajo lo haces tú”. No como hacen otros maestros, que te dan un bálsamo para el alma, pero los billetes siempre por delante. En ese sentido me pareció mucho más honesto, sin ese punto “business” que se ve en la “espiritualidad” de hoy en día.

¿Y qué es la meditación?
Pues llevo 36 años meditando y todavía no lo tengo claro. Lo definiría como un medio para conectar con tu ser… Tampoco sé muy bien qué significa esto [risas]. Llámalo tu ser, tu alma, tu subconsciente… Así lo interpreto yo.

Parece demostrado que, aproximadamente, solo un tercio del rendimiento deportivo depende de factores físicos.
Mira lo que decía Wolfgang Güllich: “el músculo más importante para la escalada es el cerebro”…

Ya… y mira también qué bíceps tenía…
Sí, un brazo que daba miedo [risas]. Por eso es significativo que alguien como él fuera consciente de que la mente es mucho más importante en la escalada que el propio físico. Un ejemplo: Josune Bereziartu, la mejor escaladora de dificultad, la primera novenogradista, con una mente priviligiada para escalar y, sin embargo, no podía con la competición. En la clasificatoria, en niveles en los que ella calentaba, se venía abajo.

¿Puede ser entonces la meditación una herramienta para superar casos como este?
Sí, por supuesto. De hecho la escalada en sí misma es una actividad bastante meditativa, hay una gran conexión con las sensaciones, con tu flow… el problema es que si no tienes un buen diálogo interno, si te faltan herramientas, aparece el famoso miedo, lo que llamamos “mente negativa”, que se apodera de ti y te juega una mala pasada: estás en dos agarres buenos, con la chapa en los pies, tienes que hacer un ligero dinámico a por un canto bueno y, si está bloqueado, no vas. La mente te dice “no, no, no”. El saber gestionar ese miedo a través de las diferente áreas que tienes dentro de la mente –mente positiva, mente negativa…– es la diferencia entre “ir” o “no ir”.

Entonces, la meditación te ayuda a vencer el miedo.
Eso es. Es una herramienta inmediata de la mente. A través de la meditación aprendes a controlar y dominar tu respiración, y la respiración bien controlada es incompatible, por ejemplo, con un ataque de pánico, con un ataque de ansiedad…

“Si no tienes un buen diálogo interno, si te faltan herramientas, aparece el famoso miedo, lo que llamamos ‘mente negativa’, que se apodera de ti”

¿Ayuda a mantener la motivación?
Claro. En la meditación aprendes a mantener el foco mental en un objetivo a largo plazo, por ejemplo, a mantenerte en un lugar estable, constante y no venirte abajo con la primera dificultad.

¿A conocerte mejor?
La meditación te da una perspectiva muy objetiva de cómo funciona tu mente, te puedes encontrar en lugares en los que no quieres que nadie te vea, pero tú en realidad los conoces. La meditación te da ese autoconocimiento. 

¿A… levitar?
[Carcajada] ¡Estoy en ello! Voy afinando. Cuando lo encuentre haré cursos y ¡esos sí que los voy a cobrar caros!

¿Y el yoga, nos ayuda para escalar?
Cuando descubrí el Kundalini yoga vi muy claro que podía ayudar a ese guerrero que sale cuando estás en la pared, con los lactatos por las nubes, cuando estás dando zarpazos por no caerte… Es un diálogo entre el plano físico y el plano mental, ese punto entre decir “píllame” o aguantar. Hay un recorrido para trabajar desde el suelo con el yoga.

¿Crees que hay una carencia en occidente de trabajo espiritual?
Sí. Vivimos demasiado volcados hacia el exterior, cada vez más. La comunicación rápida, la información rápida, nadie lee más de cuatro líneas, queremos respuestas inmediatas, resultados inmediatos, tenemos cero capacidad de gestión de la frustración…

Luis Lubeigt 2019
Luis Lubeigt durante una clase de meditación en Sputnik

 

…Y no hablamos con nosotros mismos…
…Y ni siquiera con los de fuera. Es horrible. Necesitamos conectar de nuevo con nuestro eje, con nuestro centro…, el ser que decíamos al principio. La meditación te enseña a tener un diálogo contigo mismo y esa comunicación puede ser colgado de dos bidedos en una pared o en tu día a día, en el trabajo, en tu relación con los demás, a la hora de comer, a la hora de… cualquier cosa. Es imprescindible volver a reconectar.

Nos ha sorprendido una acogida tan buena de tus clases de meditación en Sputnik.
En realidad a nadie… o, mejor dicho, a casi nadie, le es indiferente una sensación de conexión íntima con uno mismo. Quizás el escalador de alguna manera tiende a buscar a través de la escalada esa conexión. Por eso es interesante descubrir una herramienta como la meditación, que se sale de la actividad propia de la escalada pero que tiene una buena conexión con esta.

Una última pregunta: ¿los escaladores de antes eran más… “místicos”?
¡Sí! Los 60, los 70, incluso en los 80 había bastante místico de la escalada. Poco a poco se ha convertido en un deporte masificado y te encuentras de todo. Yo creo que, dentro de todos los escaladores (escaladores que vivan la escalada, me refiero), existe en algún lugar una esencia, ese puntito del “misticismo”.

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