Abordamos en este artículo el extenso – y sobrevalorado– mundo de los grados en la escalada. No son más que unas cifras y letras que orientan sobre la dificultad de una vía o bloque, pero, comprobado: no te definen como escalador o escaladora.
La catalogación de las escaladas existe casi desde que existe la misma escalada, y es que desde los inicios se vio que era necesario contar con una fórmula para comunicar y comparar las ascensiones que se iban realizando, aunque fuera con un simple “fácil, difícil, muy difícil…”.
La primera vez que se utilizó un sistema de numeración para calificar la dificultad fue allá por 1894, en la «Guía especial para la Raxalpe», escrita por Fritz Benesch para esta zona de escalada de los Alpes austriacos. Aquí utilizaron números romanos divididos originalmente en siete niveles, en los que el número I correspondía a las rutas más difíciles. Pero, evidentemente, pronto se empezaron a hacer escaladas más difíciles que no encajaban en esta clasificación. Sirvió en todo caso de modelo para otros intentos de calificación numérica que pronto empezaron a surgir en las zonas alpinas.

Escala Welzenbach, pionera
La propuesta que tuvo más difusión a principios del siglo pasado fue la del alemán Willo Welzenbach quien, en 1925, ideó una escala de seis niveles para la graduación de la dificultad: del 1º al 6º grado de más fácil a más difícil, plasmado gráficamente con unas ilustraciones que se hicieron muy conocidas.

Estos seis niveles se fueron haciendo de uso común en los Alpes, anticipando un sistema que finalmente, hacia los años 60, se convirtió en la escala de graduación de la UIAA (la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo). Estaba compuesta por símbolos romanos del I al VI, a los que les añadieron los signos “+” y “-” para matizar la mayor o menor dificultad.
Además, la UIAA también incorporó las evaluaciones propuestas por el GHM (Grupo de Alta Montaña francés) para la evaluación global de la exigencia de la ascensión, determinada por las letras: F (Fácil), PD (Poco Difícil), AD (Algo Difícil), D (Difícil), TD (Très Dificil =Muy difícil), ED (Extremadamente Difícil) y ABO (Abominable).
Por otro lado, para diferenciar la escalada libre de la escalada artificial (esta última es cuando los seguros se usan para progresar, no solo para detener una caída como en el caso del libre) se estableció una escala propia con la numeración: A1, A2, A3, A4 y A5 (correspondiendo la A a artificial).
La barrera del sexto grado
De la escala de seis niveles viene el famoso “sexto grado”, que era el límite en el que se fijó la máxima dificultad en la primera mitad del siglo pasado. Todo lo que era muy difícil era simplemente “sexto superior”, estableciendo una barrera que durante años costó traspasar. De hecho, ya se estaban realizando escaladas más difíciles, que posteriormente serían recotadas a grados más altos, pero todavía no se reconocían como tales.
En este contexto nace el sistema francés de graduación de las vías de escalada, pues eran los escaladores franceses quienes llevaban la batuta de la dificultad en esa época. Primero, al ir surgiendo escaladas más exigentes, se fueron añadiendo subdivisiones al VIº (VIa, VIb…). Pero ya en los años 80, con el nacimiento de la escalada deportiva, se hizo patente la necesidad de contar con una escala propia.
En concreto fue el escalador y escritor francés François Labande, autor de numerosas guías de escalada, quien introdujo la numeración arábiga con la propuesta de subdivisiones en letras “a, b y c”, tal y como la conocemos ahora, matizados con un “+” para ajustar aún más la diferencia entre un nivel u otro. Así, por fin nacieron las vías de grado 7 y los antiguos IV- fueron recotados a 6a o 6b, o incluso algunos a 7a o más, ajustando su dificultad real.
Es una escala abierta por arriba que, con el paso de los años y la evolución de la dificultad, ha ido aumentando con nuevos números: desde los primeros 8a, 8b… a los primeros 9a y 9b con sus respectivos+. Actualmente el grado más alto de esta escala es el 9c, del que solo existen tres propuestas en todo el mundo: Silence en Flatanger (Noruega) de Adam Ondra, DNA (Verdon, Francia) de Seb Bouiny B.I.G., de Jakob Schubert también en Flatanger, las tres por confirmar.
El grado, un asunto de consenso
El grado no es algo fijo, que está adherido matemáticamente a la vía. Normalmente, cuando una persona escala por primera vez una vía, es decir, hace la “primera ascensión”, propone una graduación, en función de lo que le ha costado y de sus experiencias previas. Sin embargo, ese grado no queda definido hasta que más personas lo repiten y dan su opinión. A veces se confirma, otras se sube o se baja baja según la experiencia de los siguientes repetidores y repetidoras, hasta quedar establecido por consenso.
También, si la vía sufre modificaciones, por ejemplo por la rotura de una presa o porque los agarres se pulen en exceso, ese grado puede variar, sufriendo una “recotación” o una “decotación”.
Las distintas escalas de graduación de la escalada
Hoy en día esta escala, la francesa, sigue siendo la más utilizada en muchos de los países europeos, como España, pero no es la única.
Sistema decimal de Yosemite:
En Estados Unidos, Canadá y en muchos otros países de América y del mundo, se utiliza una escala conocida como el sistema decimal de Yosemite (YDS), que junto con la escala francesa, es de las más extendidas. Al principio, los escaladores norteamericanos también usaban una escala del 1 al 6. Pero en los años 50, durante la edad de oro de la escalada en Yosemite y sus grandes personajes, en lugar de crear grados superiores al 6, decidieron subdividir el grado 5 en una escala decimal: del 5.0 al 5.9. En ese momento, se consideraba el 5.9 como el límite máximo de la dificultad en escalada libre (a partir del 6 se consideraba escalada artificial). Sin embargo, a medida que la dificultad de las rutas aumentaba, los escaladores comenzaron a extender la escala más allá de ese límite: 5.10, 5.11, 5.12, 5.13…, ampliando la concepción original de este sistema “decimal”.
En los años 70, con este sistema ya establecido, se vio que un 5.11 era mucho más difícil que un 5.10, con lo que se incluyeron las subdivisiones con las letras “a, b, c, d” para poder describir la dificultad con mayor precisión.

Escalas de cada país o zona
Hay países, o incluso zonas concretas, que cuentan con su sistema de graduación propio.
Por ejemplo, en Australia se utiliza la escala Ewbank, creada por John Ewbank en 1967 como alternativa al sistema británico. Es numérico, abierto, desde 1 hasta más de 35. Su uso se expendió ampliamente y es el utilizado actualmente tanto en Australia como en Nueva Zelanda y en Sudáfrica (con alguna variación local).
En los países escandinavos (Noruega, Finlandia y Suecia) también tienen una escala propia, con números arábigos con “+” y “-”, aunque en las vías deportivas cada vez se usa más la graduación francesa.
En las regiones sajonas de Alemania o Suiza, utilizan números romanos pero con un sistema algo distinto al de la escala UIAA, pues añaden también las letras a, b, c, para matizar las dificultades, que además no se refieren solo a la dificultad técnica, sino también a otros factores (longitud de la vía, distancia entre los seguros…), por lo que no tiene una equivalencia directa.
También en Brasil hay una escala propia con un sistema numérico abierto hacia arriba, parecido en concepto al sistema francés, pero con su propio desarrollo independiente. Comienza en el grado I (muy fácil) y va aumentando en función de la dificultad técnica, la exposición y otros factores. A partir del grado V es incorporan subdivisiones con letras a, b y c.
Son algunos ejemplos de los distintos sistemas de graduación que existen en la escalada en las distintas regiones.
El sistema británico y el factor exposición
Aunque algunas de las escalas ya presentadas tienen en cuenta factores más allá de la dificultad técnica de la vía, el caso del sistema británico es muy particular por su complejidad. Fue concebido para graduar las vías de escalada tradicional (o de autoprotección) británicas y se denomina sistema E-grade, donde la E corresponde a la exposición.
En realidad el sistema combina dos graduaciones: por un lado se evalúa la dificultad global de la ruta (incluyendo factores como exposición, protección, calidad de la roca…), y por otro la dificultad técnica, que se refiere al movimiento más difícil de la vía. El primero, comienza en M (Moderado) y tiene ocho niveles hasta el HVS (Hard Very Severe); luego comienzan los grados E (Extreme), con una escala abierta: E1, E2, E3…. El segundo grado técnico sigue una escala numérica similar a la francesa (4a, 4b, 4c, 5a…), aunque no usa el símbolo “+”. Estos dos grados se combinan para reflejar la dificultad física y técnica de la vía, con el nivel de riesgo y protección disponible.
Por ejemplo, una ruta con grado E3 6a se considera una vía exigente pero con un nivel de riesgo “normal” para ese grado técnico. Sin embargo, si la misma técnica (6a) se asocia con un grado de exposición más alto, como E6 6a, implica que presenta un mayor peligro. Actualmente, los grados más altos en el Reino Unido son E11 7a (como las rutas Lexicon y Rhapsody, aunque existe la propuesta de E11 7b Inmortal) y fuera del país destaca Bon Voyage (Francia) con un E12, equivalente a 9a francés.

Escala de búlder
El búlder, o escalada en bloque, por su naturaleza diferente a la escalada deportiva o tradicional (menos altura pero más intensidad), tiene su propio sistema de graduación para valorar la dificultad. Actualmente, existen dos sistemas principales de graduación en el mundo del búlder: el sistema francés o de Fontainebleau y el sistema V o de Hueco Tanks.
– El sistema francés surgió en los años 40 en el famoso bosque de Fontainebleau, en Francia, una de las mecas mundiales del búlder. Es el sistema más utilizado en Europa; su escala comienza en el grado 3 y asciende progresivamente hasta el 9A, utilizando letras (A, B, C, en mayúsculas, a diferencia de las minúsculas de la deportiva) y símbolos “+” para afinar la dificultad (por ejemplo: 6A, 6A+, 6B…).
– El sistema V se originó en los años 90 en Hueco Tanks, Texas (EEUU), donde el escalador John Sherman (apodado “Vermin”, de donde proviene la V) fue uno de los pioneros en sistematizar la dificultad de los bloques locales. En esta escala, V0 es el nivel más fácil (aunque ya requiere cierta técnica), y actualmente el nivel más alto es V17.

Ambos sistemas conviven a nivel internacional, y muchas veces los escaladores traducen los grados de uno a otro para poder comparar bloques entre zonas. Aunque no existe una equivalencia exacta, se acepta que un 8A en Fontainebleau es más o menos similar a un V11.
Actualmente, los bloques más difíciles del mundo tienen una cotación de 9A/V17, que fue inaugurada con el bloque Burden of Dreams de Nalle Hukkataival, 2016, en Lappnor, Finlandia (repetido en 2023 por Will Bosi). También de este grado son: Return of the Sleepwalker y Shaolin (en Red Rocks, EEUU), Alphane (en Chironico, Suiza), Spots of time (en Lake District, Reino Unido). Hay otras propuestas, pero están pendientes de confirmación.
En los rocódromos: por colores
En los rocódromos las vías suelen estar marcadas con la graduación francesa, mientras que los bloques suelen marcarse por colores, siendo cada color equivalente a un rango de dificultad. Aunque esto varía según el centro, normalmente hay una tabla o cartel informativo que indica a qué grado corresponde cada color. Es una forma visual y rápida de identificar la dificultad sin necesidad de conocer una escala concreta.

El grado que haces no te define
Como hemos visto, el grado en la escalada es una herramienta creada por la propia comunidad escaladora para orientar sobre la dificultad de una ruta o un bloque. Sirve para tener una referencia aproximada de lo que te vas a encontrar, pero no deja de ser subjetivo: lo que para una persona puede resultar sencillo, para otra puede ser un auténtico rompecabezas, dependiendo de muchos factores. Tu estatura, tu estilo de escalada, tu estado físico o mental ese día, e incluso lo que hayas desayunado, pueden influir más de lo que parece.
Además, cada zona de escalada tiene su propio “carácter” y criterios para graduar, lo que hace que la misma dificultad pueda sentirse muy diferente de un lugar a otro. Por eso es tan importante entender que el grado no define tu valía como escalador o escaladora. Lo que realmente importa en la escalada es tu capacidad de luchar, aprender, adaptarte y disfrutar del proceso, no el número o la letra que ponga al pie de una vía. En lugar de obsesionarte con el grado, céntrate en vivir la experiencia, aprender con cada intento y celebrar tus logros. No dejes que el grado arruine tu experiencia con la escalada.