Si escalas ya sabrás que, como poco, la escalada te pone de buen humor, incluso cuando has tenido un día de perros. Más allá de la broma, en varias universidades europeas emplean la escalada como terapia para tratar enfermedades psicológicas, como la depresión, o trastornos neurológicos y de la movilidad, como la esclerosis múltiple, entre otros. Marina Expósito, especialista en escalada terapéutica, nos cuenta qué tiene la escalada que la hace tan beneficiosa (y ya no solo es que lo digas tú, es que hay un montón de estudios que lo avalan).
Es posible que muchos de vosotros no hayáis oído nunca el término “escalada terapéutica”, por lo que vamos a intentar aclararlo.
En primer lugar, decir que, si bien la escalada terapéutica es algo desconocido en España, se emplea de forma cada vez más habitual en clínicas de rehabilitación en Alemania, Austria y Suiza, donde goza de una enorme popularidad, gracias a los resultados positivos que se obtienen. Vamos a hacer una breve introducción sobre los beneficios de la terapia del deporte y la escalada deportiva, para luego intentar aclarar por qué la combinación de ambas está teniendo tanto éxito en los países antes citados.
Terapia del deporte: ¿para qué sirve?
El deporte y la actividad física surten efecto tanto en la salud mental y el tratamiento de afecciones psicológicas (trastornos de comportamiento, depresión, trastornos alimenticios, etc.), como en la rehabilitación ortopédica y el tratamiento de dolores crónicos (Hois & Ziegner, 2006; Maier et al., 2009; Weigelt et al., 2012). Además, la terapia deportiva no desencadena estigmas negativos y, por el contrario, sus efectos positivos sobre la imagen corporal aumentan el bienestar de los pacientes (Luttenberger et al., 2020; Schwarz et al., 2019).
¿Qué papel juega la escalada en todo esto?
La popularidad de la escalada ha aumentado a nivel mundial en todo el planeta, lo que ha conllevado a una mayor oferta de rocódromos y cursos de escalada (Buechte & Fechtelpeter, 2011; Leichtfried, 2015). La escalada puede ser realizada, en principio, a cualquier edad y es independiente del sexo y el nivel de rendimiento. Además, y a pesar del pensamiento popular, la escalada deportiva es un deporte muy seguro, con menos lesiones que otros deportes (Schöffl et al., 2020).
El desarrollo motriz se corresponde con algunos elementos de la escalada, como el reflejo palmar, que aparece a los cuatro meses de vida, o el desarrollo desde el gateo hasta el caminar, a través de la “escalada” de muebles y escaleras (Kern, 2014; Kowald & Zajetz, 2015; Schöffl et al., 2020).
La escalada deportiva es un deporte en el que se emplea todo el cuerpo, por lo que parece ser adecuado para la terapia deportiva (Pfefferkorn, 2012; Grzybowski & Eils, 2011; Lazik, 2007).
La escalada requiere mayor concentración, focalización y control neuronal que las actividades en el suelo y segrega sustancias, como endorfinas y endocannabinoides, que provocan sensaciones agradables y pueden ser eficaces contra la depresión, los estados de pánico y el dolor (Leichtfried, 2015; Mehl, 2017). Además, posee un componente de aventura muy atrayente, que no se encuentra en otros deportes o terapias deportivas, y que se asocia con vitalidad y desafío (Mutz, & Müller, 2020; Kern, 2019).
La escalada terapéutica
Ahora que sabemos los beneficios de la terapia deportiva y de la escalada, vamos a intentar explicar por qué la combinación de ambas es una combinación ganadora.
En la última década la escalada se usa y recomienda en su forma terapéutica en diversos campos de aplicación, como el ortopédico-traumatológico, el neurológico y la terapia psicosomática, en enfermedades psicomotrices, congénitas y crónicas o en enfermedades cardiovasculares y pulmonares (Buechter & Fechtelpeter, 2011; Grzybowski & Eils, 2011; Küpper 2005; Schmidt, 2016).
La escalada terapéutica es una buena opción para la prevención, tratamiento e, incluso, retraso de diferentes enfermedades, gracias a su amplio campo de aplicación y su posibilidad de dirigir el movimiento de manera controlada, cuyo objetivo es el restablecimiento del organismo, y es una buena alternativa al entrenamiento o ejercicio clásico (Heitkamp et al, 1999; Schluep, 2016).
Se suele llevar a cabo en un rocódromo con unas características determinadas y se realiza de forma individual o grupal en función de la patología y las condiciones individuales. No es indispensable que la terapia consista en hacer una ruta determinada, sino movimientos específicos, que sean beneficiosos para la persona que lo realiza.
Tanto los agarres (de manos y pies), como la inclinación de la pared estarán planeados y estructurados cuidadosamente en función del paciente, ya que las diferentes variables de la pared (inclinación de la pared, distancia, tamaño y forma de los agarres, posición del cuerpo, etc.) entrenan diferentes grupos musculares y la intensidad de la carga varía (Gaulrap et al., 2000; Schnitzler, 2009). Por todo esto es imprescindible que el terapeuta a cargo sea un profesional especializado en esta terapia, capaz de supervisarla y conducirla de forma individualizada (Frühauf et al., 2021).
La escalada terapéutica ofrece una terapia integrativa, ya que trabaja tanto el ámbito físico, como el emocional-psicológico y el social. Esta integración de los diferentes ámbitos en la escalada terapéutica lo explica muy claramente Kern (2019) con el siguiente esquema (traducido y versionado por mí), donde la calidad de vida es el factor de mayor relevancia (p.201, Kern, 2019):
A través de la escalada terapéutica se entrenan diversas habilidades físicas, como la fuerza (dinámica y estática), la resistencia, la velocidad, la flexibilidad, la coordinación, el equilibrio y la movilidad. Pero no solo se entrena la musculatura afectada, sino que todo el cuerpo trabajará de forma armónica (Geisteier, 2009; Kittel et al., 2010; Muehlbauer et al., 2013). Otros aspectos trabajados en la escalada terapéutica son los movimientos selectivos naturales, que mejoran la creatividad, la espontaneidad y la atención (muy ventajosos en pacientes con esclerosis múltiple o TDAH), y la orientación visual. Así se desarrollan las estrategias para la resolución de problemas, que pueden ayudar en la resolución de problemas de la vida diaria (Caprano & Sinz, 2008; Kern, 2017; Lazik 2007).
La escalada terapéutica origina una gran cantidad de emociones y vivencias (alegría, miedo, inseguridad, confianza en sí mismo y en el terapeuta y/o compañeros), idóneas en el desarrollo de la atención, la concentración, la responsabilidad propia, la tolerancia a la frustración, la superación del miedo, etc. (Frühauf et al., 2018; Mehl & Wolf, 2007; Soravia et al., 2016). Además, tiene un importante componente motivacional, gracias a la rápida obtención de objetivos (con la resolución de un Boulder, una ruta o, incluso, un movimiento complicado) y la diversión que se experimenta al realizarla, que no se da en otras terapias (Kim & Seo, 2015; Gaulrap et al., 2000), y favorece la eficacia cognitiva individual y la sensación de bienestar, lo que puede influir en el fortalecimiento de la eficacia personal, la confianza en sí mismo, la autodisciplina, la autopercepción e, incluso, en la sensación y el miedo al dolor (Dittrich et al., 2014; Karg et al., 2020; Veser, 2009).
A esto se le añade que la escalada terapéutica, al contrario que la fisioterapia, no tiene asociado el significado de “terapia para enfermos”, sino que es un deporte que implica retos y desafíos, con efectos positivos en muchos tipos de enfermedades (Kern, 2017).
Respecto al ámbito social, la comunicación y la confianza entre terapeuta y paciente son esenciales, a causa de las medidas de seguridad que se deben tomar durante la realización de los ejercicios (Lukowski, 2019; Wallner, 2010). La interacción social entre pacientes (en terapia grupal) o entre paciente y terapeuta favorece la camaradería intrínseca y el trabajo en equipo, lo que la hace muy adecuada para niños y adolescentes, con y sin discapacidad (Frühauf et al., 2021).
Este ámbito es de mucha importancia en la escalada terapéutica, ya que “las enfermedades psicológicas muestran siempre en su desarrollo un trastorno en la capacidad de interacción social y comunicación” (Mehl, 2017, p. 123).
Entonces, ¿para quién está indicada la escalada terapéutica?
Está indicada tanto para adultos, como para niños, adolescentes y mayores, así como en pacientes con discapacidad psicológica o física (también para personas en silla de ruedas), ya que las personas que la realicen no tienen por qué ser especialmente deportistas (Kern, 2017; Kowald & Zajetz, 2015; Küpper, 2005).
La escalada terapéutica está indicada en multitud de patologías:
- Enfermedades o lesiones ortopédicas
Escoliosis, problemas posturales, inestabilidades musculares, hombro, cadera, rodilla, tobillo, etc.
- Enfermedades crónicas o degenerativas
Dolor crónico de espalda, prótesis, hernias discales, etc.
- Enfermedades neurológicas y trastornos de la movilidad
Esclerosis múltiple, parálisis cerebral, infarto cerebral, Parkinson, etc.
- Enfermedades psicológicas o de comportamiento
Depresión, adicciones, burnout, trastornos alimenticios, trastornos de crecimiento, etc.
- Personas con discapacidad sensorial o física
Ceguera, sordera, amputaciones, etc.
- Pediatría
Autismo, TDAH, dificultad motriz, problemas alimenticios, dificultad en la lectura y problemas de ortografía, etc.
- Geriatría
En principio, ninguna enfermedad previa sería una contraindicación para realizar esta terapia (Küpper et al. 2005), aunque en ciertas ocasiones habría que consultar con el médico. Además de sus múltiples beneficios, la escalada no tiene efectos secundarios, lo que sí ocurre con multitud de medicamentos (Kern, 2019).
Conclusión:
La escalada terapéutica surge como consecuencia de la combinación de los múltiples beneficios de la terapia deportiva y la escalada. Pueden realizarla todas las personas, independientemente del nivel deportivo, edad y sexo, y está indicada en diversas patologías y afecciones, tanto para la prevención, como para el tratamiento y la rehabilitación de estas. Además, es una terapia integrativa, ya que trabaja tanto el ámbito físico (fuerza, resistencia, movilidad, equilibrio…) como el psicológico-emocional y el social. Si a ello le añadimos lo divertida y dinámica que es, nos encontramos con una combinación ganadora con una adhesión elevada.
Esta terapia se realiza en un rocódromo y debe ser dirigida por un especialista, que determinará los movimientos, ejercicios, posiciones de las presas e inclinación de la pared, y se realiza de forma individual o en pequeños grupos.
Por Marina Expósito
Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Especializada en Escalada Terapéutica
www.escaladaterapeutica.com
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