La terminología que abarca las distintas disciplinas de la escalada es compleja y variada. Si hace poco que escalas, es muy probable que confundas los conceptos. Vamos a tratar de despejar dudas en este artículo profundizando en las diferencias entre la escalada deportiva y la tradicional, esta última también conocida como escalada de autoprotección.
Escalada libre o escalada artificial
Ya hemos explicado en anteriores artículos cuáles son los principales tipos de escalada, diferenciando especialmente dos grandes modalidades: la escalada libre y la escalada artificial.
– La escalada libre (free climbing) es aquella en la que el escalador o escaladora asciende por sus propios medios, empleando sus manos y pies para progresar por la vertical y utilizando los seguros para detenerse en caso de caída, pero sin agarrarse de ellos.
– En la escalada artificial (aid climbing) para progresar vas colgándote de los seguros y utilizas unos estribos (pequeñas escaleras de cinta) para ir ascendiendo entre un seguro y otro, que habitualmente vas instalando tú mismo. La solidez o precariedad de estos seguros, es decir, su mayor o menor probabilidad para aguantar una caída, es lo que determina la dificultad. Este tipo de escalada es común en rutas de big-wall o grandes paredes, para superar tramos de roca por los que es muy difícil pasar en libre.
Siempre con cuerda
Tanto en la escalada libre como en la artificial llevas siempre la cuerda como elemento de seguridad, para detenerte en caso de caída. Puedes escalar con un compañero o compañera que te asegure (en cordada) o en solitario, mediante técnicas de autoaseguramiento.
Si escalas sin cuerda, hablamos de “escalada en solo” o “solo integral”, una modalidad muy arriesgada en la que, como puedes imaginar, el mínimo error tendrá consecuencias fatales. En inglés se llama free solo, que es también el título de la oscarizada película documental en la que Alex Honnold escala sin cuerda los 900 metros de El Capitán, en Yosemite.
Escalada Tradicional o escalada deportiva: la diferencia está en los seguros
Dejando a un lado la más minoritaria y especializada escalada artificial, profundizamos en las modalidades principales que ofrece la escalada libre, ya sabes, aquella en la que vas progresando por tus propios medios, sin agarrarte de los seguros ni colgarte de la cuerda.
Básicamente escalando en libre podemos practicar dos tipos de escalada: deportiva o tradicional, y la principal diferencia entre ambas la encontramos en el tipo de seguros utilizados y su instalación.
– En la escalada deportiva (sport climbing), los seguros están fijos en la pared, es decir, ya están instalados previamente en la vía y se quedan ahí durante años para ser utilizados por los sucesivos repetidores. En este caso, los equipadores han creado previamente la vía con un taladro, instalando las reuniones y las chapas con su correspondiente seguro de expansión, que puede ser un parabolt o un químico (o, en las vías más antiguas, un espit o un buril). Pasado un tiempo determinado –que varía en función del tipo de seguro, roca, ambiente…– estos seguros han de ser reemplazados por otros nuevos, “reequipando” de esta forma la vía.
– En la escalada tradicional (trad climbing), encontramos la vía limpia de seguros fijos y es el propio escalador o escaladora que va en cabeza de cordada quien va instalándolos, mientras que el segundo de la cordada los va retirando, dejando la vía como la encontró. Este tipo de escalada también se llama de autoprotección pues, como su nombre indica, es uno mismo quien se va protegiendo, emplazando los seguros donde cree conveniente o donde puede.
Si quieres saber más sobre cómo se crea una vía de escalada, y la diferencia entre abrir y equipar, te lo contamos en este artículo.
¿Qué seguros se usan en autoprotección?
Para escalar una vía deportiva solo necesitas el material básico: arnés, cuerda, dispositivo de aseguramiento, casco y cintas exprés para conectar la cuerda a los seguros fijos.
Sin embargo, para la escalada tradicional o de autoprotección el material que necesitas es mucho más variado y técnico. Este material también se denomina “flotante”, así llamados porque no se quedan en la pared: se colocan y se retiran durante la misma ascensión.
En los orígenes de la escalada, los pioneros utilizaban principalmente clavos y tacos de madera que iban encajando en las grietas de la roca.
En los años setenta surgieron otros utensilios como los empotradores, que son piezas metálicas que igualmente se insertan en los agujeros o fisuras de la roca, con un cable por el que pasas el mosquetón o la cinta exprés que los conecta con la cuerda.
Más adelante, en los ochenta, se popularizaron los revolucionarios friends, unos dispositivos mecánicos con un sistema de levas que se contraen para introducirse en las fisuras y se expanden al soltarlos; en caso de tirón ante una caída del escalador, estas levas se expanden aún más, quedando fijos en las fisuras y ofreciendo un anclaje seguro y fiable conectado a la cuerda. Para retirarlos basta con tirar del gatillo o tirador que incluye el sistema para que las levas vuelvan a contraerse y dejen de ejercer oposición en la fisura.
Existen muchos tipos y tamaños de friends que se adaptan a los distintos tipos de emplazamientos que ofrece la roca (fisuras más grandes o pequeñas, irregulares, agujeros, etc).
En general los friends se conocen con el nombre de las marcas que los comercializan. Los primeros en lanzarlos al mercado fueron los británicos Wild Country en 1977. Más adelante surgieron otros modelos icónicos que siguen siendo hoy en día muy utilizados, como los Camalot de Black Diamond, los Alien o los Totem (estos últimos diseñados por la empresa vasca Totem en 2010 y reconocidos por su innovador sistema de bloqueo de levas independientes, que mejora su eficacia y en emplazamientos difíciles).
Distintos objetivos y filosofías
En la escalada deportiva, el fin último es la superación de la dificultad técnica que presenta la vía. Los seguros fijos se instalan en las vías de forma que la escalada elimine en todo lo posible los peligros objetivos, como el potencial riesgo de caer al suelo, golpearse contra una repisa o darse vuelos (caídas) muy grandes. De esta forma, el escalador se centrará en la resolución de los movimientos para encadenar una vía, sin que la instalación de los seguros represente un reto. Dentro de unos rangos, cada equipador dejará su impronta personal en sus vías, estableciendo más o menos distancia entre los seguros o alejes entre las chapas. Estos seguros se presuponen totalmente fiables y, aunque evidentemente puede haber equipadores que realicen una mala praxis, o bien seguros fijos que estén obsoletos, los accidentes por fallo de los seguros son muy anecdóticos.
En la escalada tradicional, el componente técnico se combina con el factor mental y estratégico: el mismo escalador o escaladora que va de primero decide dónde y cuántas protecciones coloca, asumiendo distintos niveles de compromiso. Sin embargo, esto no solo depende de su voluntad, sino que vendrá determinado sobre todo por las opciones que deje la misma roca, así como por el material que tenga a su disposición. En este tipo de escalada también se busca la resolución de los movimientos en libre, pero emplazar los seguros se convierte en una parte importante de la escalada. Es una modalidad más comprometida, puesto que hace falta experiencia y pericia para la instalación correcta y ágil de los seguros flotantes.
De uno o de varios largos
La escalada deportiva se suele practicar en vías de un solo largo, con una altura variable (hay vías desde solo 8 metros a largos recorridos de 40 metros o más). La escalada tradicional, por otro lado, es más frecuente en las paredes, con vías de varios largos (multipitch).
En general las vías de las grandes paredes presentan un equipamiento mixto, alternando la escalada de autoprotección en las zonas en las que la roca ofrece fisuras o agujeros para el material flotante, con seguros fijos (chapas) en los tramos de placa o roca compacta en las que no es posible emplazar los seguros de quita y pon, como friends o empotradores. Estas vías “semiequipadas” son las más habituales en las paredes de la geografía española, aunque también es posible encontrar vías completamente “limpias” de material, en las que tendremos que instalar incluso nuestras propias reuniones.
También encontramos vías de un solo largo que están limpias de material fijo, que habitualmente transcurren por fisuras que se pueden proteger con material flotante. Zonas como la Pedriza o la Cabrera (ambas en Madrid), así como la Laguna Negra (Soria) o el Barranco de la Hoz (Guadalajara), entre otras, cuentan con reconocidas fisuras de autoprotección de un solo largo en las que únicamente encontraremos equipadas las reuniones.
Del mismo modo, existen paredes con vías de varios largos que ofrecen un equipamiento íntegramente deportivo, es decir, que todos sus largos están equipados con chapas y reuniones fijas, por lo que solo necesitaremos cintas exprés para su repetición. Paredes como los mallos de Riglos (Huesca), Tarradets (Lleida) o El Chorro (Málaga), entre otras, ofrecen vías de hasta 400 metros equipadas con chapas.

Escalada clásica o escalada tradicional: parecido pero no igual
A veces se usan como sinónimos los términos de “clásica” y “tradicional” para referirse a la escalada de autoprotección, sin embargo, son conceptos diferentes.
Las vías clásicas son aquellas más repetidas de una determinada zona o pared, las que se han convertido en referente. Habitualmente son las primeras que se abrieron por transcurrir por los lugares más lógicos y evidentes, ya sea un sistema de fisuras, chimeneas, etc. Por esto mismo suelen ser vías que se escalan en autoprotección en mayor o menor proporción, pero este no es un requisito indispensable. Puede haber vías clásicas que estén equipadas completamente con chapas y, por tanto, no entran en la clasificación de escalada tradicional.
Cada tipo de escalada ofrece retos y satisfacciones diferentes. Mientras que hay personas que prefieren especializarse en una única modalidad, otras prefieren practicar un poco de todo. Hoy en día, la escalada deportiva es la más practicada y sigue ganando adeptos con rapidez. Lo ideal es que, tras haber probado las diferentes disciplinas —siempre con la formación adecuada—, puedas decidir cuál se ajusta mejor a tus objetivos y, sobre todo, cuál disfrutas más.