Muchos comenzaron a oír hablar de David Macià en el verano de 2021, cuando Alberto Ginés se hizo con el primer oro olímpico de la escalada. Pero David no apareció en Tokio de la noche a la mañana. Además de trabajar junto al campeón, ha participado en el desarrollo del entrenamiento de nuestro deporte desde hace más de treinta años. Aquí nos cuenta su recorrido, desde los desesperantes comienzos hasta la medalla de los cinco aros, y su particular visión sobre los métodos de entrenamiento.

David Macià (Torrellas, Barcelona, 1966) es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, entrenador nacional de atletismo, profe en el centro de Alto Rendimiento de San Cugat y, desde 2019, seleccionador nacional de escalada. Entre 1997 y 99 trabajó como entrenador del Equipo de la Federación Española (Ana Ibáñez era entonces la seleccionadora), unos comienzos difíciles en tiempos de escaladores escépticos y autodidactas.

Con el cambio de siglo continúa su trabajo pero con escaladores más jóvenes y con otra predisposición: Ramon Julián, Edu Marín, Berta Martín, Víctor Esteller, Gerard Rull… Durante esos años también publica sus dos libros: Planificación del entrenamiento y Entrenamiento en escalada deportiva. Y así hasta que en 2020 da “el salto al vacío”, como él dice, renuncia a su plaza de funcionario como profesor para trabajar con la Federación.

Durante una concentración del Equipo en Sputnik Climbing.

 

David, ¿cómo llegas al mundo de la escalada, luego a la competición y después al entrenamiento?
Empecé a escalar en el año 82, en la época de la bota rígida y el cambio al pie de gato. Practiqué atletismo, también nadé algunas temporadas, pero sobre todo atletismo, muchos años. Y por eso hice también el curso de entrenador de atletismo. Pero a partir del 82 me picó mucho el gusanillo de la alta montaña, la escalada, la escalada en roca. Y cuando salió la compe, pues dije: esto es lo mío.

¿Estabas estudiando a la vez?
INEF, sí, años 88, 89, 90. Estaba yo ahí, preguntándome “¿sigo compitiendo como atleta, me paso a la escalada como competidor?”. Y entonces competí unos años, y me fui orientando más al entrenamiento. A la vez trabajé como entrenador de ciclistas de mountain bike, chicas que hacían triatlón, carretera también…

Ahora, con perspectiva, entiendo la influencia de los profesores y profesoras que estaban en Barcelona 92, y creo que eso me ha marcado. Me ofreció una manera de ver el entrenamiento muy diferente, de ser un entrenador de escalada muy particular.

La natación, el ciclismo, el atletismo… son disciplinas con mucha tradición en el entrenamiento y en las que se ha investigado mucho, con criterios muy asentados. ¿Intentas exportar parte de ese conocimiento a la escalada?
Sí, un poco con los medios de los que se disponía en aquel momento, que eran muy pocos. Al menos intenté crear las bases de lo que era una planificación centrada en esos mesociclos, esos microciclos, esos periodos de descanso, el alternar los estados de forma… Me gustaría añadir que fue muy importante para mí el curso que recibí como entrenador del máximo nivel de atletismo. Ahora, con perspectiva, entiendo la influencia de los profesores y profesoras que estaban en Barcelona 92, y creo que eso me ha marcado. Me ofreció una manera de ver el entrenamiento muy diferente, de ser un entrenador de escalada muy particular. En Tokio volví a verles, y también a algunos de sus alumnos y alumnas, y me di cuenta de que, aunque hubieran pasado muchos años, hablábamos el mismo lenguaje y pensaba “madre mía, no estoy solo”, o sea, no soy un loco que va a contradirección, porque en otra disciplina que para mí es hermana, como el atletismo, se habla el mismo idioma. Por tanto, mi opinión sigue siendo que la escalada no es tan diferente. Estoy convencido de que la formación que recibí el año dorado Barcelona 92 influyó totalmente mi trayectoria como entrenador.

¿Cómo fueron los primeros años, con escaladores muy autodidactas y… bueno, que no estaban muy por la labor a someterse a ninguna disciplina?
[Risas] Hombre, lo sabes tú igual que yo…

Poco caso te hacían.
[Más risas]. Es verdad. Bueno, fueron años muy duros porque realmente el papel del entrenador, la entrenadora, no estaba nada arraigado. Teníamos alguna experiencia con Anna Ibáñez y su entrenador, Ricard Vila, también basado mucho en el mundo del atletismo y tal. Pero digamos que las viejas generaciones (Patxi Arocena, Txema Gómez…, después se incorporó Carlos Suárez, Ricardo Otegi, Josune Bereziartu…) eran muy autodidactas y que había muchas dificultades para conectar. Fue complicado porque había que establecer cuál era el rol del entrenador y sobre todo demostrar que, aunque no hicieras el nivel de esos escaladores y escaladoras, podías aportar cosas. Entonces esa fue una época como de transición y yo diría que el último en llegar a esa transición fue Dani Andrada, que dijo “Ostras, esto parece que tira para un lado, pero yo me encuentro en el otro”…

David Macia Sputnik Climbing
David Macià junto a uno de sus libros.

 

Sería una época de aprender cosas.
¿Yo? Hombre, claro. Aprendí lo que podía hacer, lo que no podía hacer…

Y de ejercitar la paciencia…
De ejercitar la paciencia [se ríe], de recibir, de encajar bastante… Fue una época que también me sirvió para endurecerme y para reafirmarme, para decir «no, si tengo claro una cosa, yo seguiré con mi opinión» y, la verdad, recibí muchos mensajes, aprendí de ellos y ellas… Entonces ya vino la época de Ramon [Julián] y también Edu [Marín].

Más jóvenes, otro perfil.
Sí, con otra educación deportiva. Y ellos veían muy positivo todo lo que yo les podía aportar. Recuerdo los calentamientos en las zonas de competición, con todo el mundo mirándonos y diciendo “qué cosas más raras están haciendo”… No digo que el método de los anteriores no fuera válido, pero aquello puso de manifiesto que se podía llegar al mismo sitio de otras formas. Por tanto, el método autodidacta, OK, es válido; el mío, el método de la vieja escuela, que sería un poco más sencillo, OK, y el método moderno, el de ahora, OK. Yo creo que no hay que descalificar ninguno. Son diferentes caminos para llegar al mismo sitio.

Por tanto, el método autodidacta, OK, es válido; el mío, el método de la vieja escuela, que sería un poco más sencillo, OK, y el método moderno, el de ahora, OK.

Y luego están los resultados…
Sí, pero al final puede que los resultados vengan o no vengan. Si no hubiéramos conseguido el oro en los Juegos Olímpicos o el subcampeonato del mundo con Erik [Noya] en velocidad nuestros métodos ¿dejarían de ser válidos? Yo entiendo que hay métodos que son válidos aunque no consigan resultados en forma de medallas.

Planificación del entrenamiento, de 2002, y Entrenamiento en escalada deportiva, de 2004. ¿Si los escribieras hoy, harías el mismo libro?
No. Yo diría que esto [coge los libros] es la mitad de lo que hago ahora: 50 por ciento de entrenamiento. Tuve una época en la que dije: reniego de esto, del puro entrenamiento basado en lo estricto, lo poco flexible… Lo que he aprendido con el tiempo es que hay que ser muchísimo más flexible. Al final podemos resumirlo en que cada persona tiene tres apartados: uno es el cognitivo; otro el de moverse, el motriz, y el apartado afectivo. Y cuando tienes a alguien entrenando o compitiendo, hay que tener clarísimo que se trata de un “tres en uno”. Y cada día va basculando hacia un lado o hacia otro. Por ejemplo: he entendido lo que es meter una rodilla, he aprendido dónde colocarla; yo no soy capaz de hacerlo pero sí de decirle a Alberto [Ginés] “Pon ahí una rodilla”, y eso es el concepto. El movimiento es lo que aprendemos, la técnica. Y el afectivo es que hoy toca salvar el entreno, la competición, por actitud o porque no hay más, o controlando que la cabeza no se nos vaya por otros caminos. Esto tuvo que ver mucho en los Juegos Olímpicos. Digamos que estas son las bases más establecidas, más teóricas, pero cada persona es mucho más que eso. Esto es lo que ha aprendido con los años.

David Macia Sputnik Climbing
David y Alberto Ginés, medalla de oro olímpica de Escalada.

 

Eres seleccionador nacional desde el 1 de enero 2019. ¿Cuáles son tus criterios para formar el Equipo?
Los criterios están definidos por unas tablas que incluyen más de 100 valoraciones. 75 hablan de cómo se ha competido en pruebas internacionales y 25 en nacionales. Esto ya se ha hecho en esta última temporada (2022) pero se informó en 2021 y en 2020. Ha habido muchísima presión para que los criterios estuvieran por escrito. Así que los criterios ya están definidos y se basan en resultados en competiciones nacionales e internacionales. A mí me gustaría que con el tiempo diéramos mayor peso a lo que suceda en las nacionales, pero el hecho es que ahora mismo no podemos equiparar las competiciones de aquí con las internacionales (este es un objetivo a largo plazo), y también que los que lo han hecho bien fuera sigan yendo. Además de estas tablas existen unas bases teóricas en la FEDME que establecen toda la teoría que nos ha llevado a seguir estos criterios. Son criterios que no tienen que tener ni nombre, ni modalidad, ni sexo. Simplemente son los mismos para todo el mundo, chicos y chicas, velocistas… Pueden ser más estrictos o menos estrictos, pero al final son los mismos, para todos y para todas.

La escalada está de moda, todo el mundo escala. ¿Cómo afecta esta circunstancia a la investigación, al desarrollo de la ciencia, del entrenamiento en la escalada?
Bueno, lo primero sería definir “investigación” para ver si hablamos de lo mismo. Quizás para ti la investigación sea una cosa distinta a la que yo creo, o al revés.

Yo creo que la investigación es ensayo y error. Lo empírico, lo que descubres que te funciona, o no, por ensayo y error, esa es la base de la investigación.

Vale, ¿qué es la investigación?
Yo creo que la investigación es ensayo y error. Lo empírico, lo que descubres que te funciona, o no, por ensayo y error, esa es la base de la investigación. Podríamos tener en un extremo el análisis estricto de datos puramente objetivos, que deben ser los mismos aquí, en Pamplona y en Venezuela, y en otro extremo un análisis no tan estricto: intento una vía, descanso y le doy otro intento y veo las consecuencias de la fatiga; vale, no lo podemos exportar a Venezuela, pero para mí eso también es investigación. Por lo tanto, tenemos primero que acotar qué es investigación, y para mí ambas cosas lo son.

¿El auge de la escalada beneficia entonces a la investigación?
La clientela de un rocódromo comercial tiene un perfil diferente. No creo que el hecho de que haya llegado mucha gente nueva a la escalada influya en esto. Sí es posible que el oro olímpico de Alberto o que Erik Noya haya quedado segundo en velocidad en los campeonatos del mundo, haya llevado más gente al rocódromo. Pero la base de deportistas sigue siendo muy escasa y aún no ha llegado a la punta de la pirámide –que es donde trabajo yo–, y aún es pronto para valorar lo que me preguntas. Quizás falten unos años para saberlo.

Sobre la velocidad…
Desde el punto de vista del entrenamiento, la velocidad no es cualquier cosa: es difícil entrenar, la gente se machaca, está ahí dándolo todo y creo que merece tanto respeto como las otras dos disciplinas. Y a partir de ahí, con esa premisa, hice un poco de ojeador en 2019, en la Copa del Mundo y, como entrenador de atletismo, me sorprendieron mucho algunas cosas, como el fallo, la cantidad de gente que falla en las vías de velocidad… Comencé a trabajar con los velocistas y las velocistas que teníamos, empezamos con Erik [Noya] en febrero de 2020 y captamos a alguna, como a María [Laborda]. Lo que hicimos fue establecer una especie de sello español basado sobre todo en no fallar, en correr menos, de ir al máximo e intentar no fallar. Y en los Juegos Olímpicos creo que a la vista está que nos fue muy bien.

Muchos pueden pensar que fue cuestión de suerte, pero al final los que no fallamos fuimos nosotros y creo que no se puede atacar a alguien que no falla. Entonces nosotros fuimos a correr entre 6,46 y 6,60, que era cerca de nuestro 90/95 por ciento de la velocidad máxima (6,27) y eso es lo que teníamos que hacer, estuviera Tomoa, o Mengano o quien sea, y con Erik en los Campeonatos del Mundo hicimos lo mismo, nos la jugamos con Reza [Alipour] y ahí sí que tuvimos que correr mucho, pero fuimos al NO fallo. También hay que modular el entorno de la planificación, la orientación de las cargas, los descansos, las sesiones de entrenamiento… Creo que estamos en una buena línea y estoy súper contento.

David Macia Erik Noya Sputnik Climbing
David da algunas indicaciones a Erik Noya (campeón de velocidad) durante unos entrenamientos.

 

Has dicho que no te gustó el formato de Tokio, ¿y el de los próximos Juegos?
He dicho que no gustó a nadie porque a todos nos hubiera gustado que fuera individual, porque creemos que cada una de las disciplinas o modalidades se merece estar por separado. En París sigue siendo un poquito más de lo mismo, aunque al menos tenemos una modalidad separada, pero al final tenemos que mezclar el bloque con la dificultad y eso resta potencial a quien busca dar el máximo en sus modalidades. Esperemos que para Los Ángeles estén las modalidades por separado, como debe ser. Igualmente creo que ha sido un precio a pagar, porque gracias a la combinada en Tokio hemos entrado en los Juegos Olímpicos y creo que, visto lo visto, después de todos estos años, intentándolo de todas las maneras, por fin hemos entrado y parece que con buen pie. Ha sido un largo camino, pero al menos nos ha permitido estar dentro.

Esta temporada se están viviendo algunos líos entre centros, FEDME, empresas… para llevar adelante el circuito nacional. ¿Seguimos como hace 20 años, no se ha evolucionado?
A ver, la verdad es que no me corresponde a mí opinar. Yo lo único que puedo decir es que, por mi trabajo, lo que quiero es que las competiciones sean lo más parecidas a lo que vamos a encontrar fuera.

¿Cómo está Alberto Ginés tras el oro olímpico? ¿Y la escalada de alto rendimiento en España?
Yo diría que está ilusionado. Hemos pasado de pensar que nunca podríamos hacer nada… a ganar a todos: japoneses, austriacos, franceses… Cuando no tienes recursos se agudiza el ingenio y tienes que tirar con lo poco que tienes, optimizándolo al máximo. Saber cuáles son tus puntos fuertes, trabajar tus puntos débiles e ir a tope. Y es lo que hemos hecho. ¿Y en España qué ha cambiado? Bueno, pues siempre ha estado el Consejo Superior de Deportes con un ojo puesto en nosotros, y ahora tenemos con ellos un acuerdo muy bueno; el Comité Olímpico Español ya sabe quiénes somos… Yo creo que ha servido para abrirnos al exterior y para empezar a formar un programa de deportistas, ya no solo Alberto, que podrían llegar a los Juegos, con unos planes de entrenamiento un poco más definidos. Creo que eso es lo que marca la diferencia. Antes teníamos un atleta y ahora empezamos a tener un equipo, con gente que viene detrás, gente que está en punta y, bueno, pues eso es responsabilidad, y también mérito, de todos y de todas.

Cuando no tienes recursos se agudiza el ingenio y tienes que tirar con lo poco que tienes, optimizándolo al máximo. Saber cuáles son tus puntos fuertes, trabajar tus puntos débiles e ir a tope. Y es lo que hemos hecho.

¿Gracias al oro olímpico estos deportistas tienen más apoyo económico?
Alberto y Erik tienen beca ADO y, por primera vez en España, y para mí esto es muy importante, tenemos dos chicas con becas Podium, María Laborda y Aida Torres, y no han conseguido la beca porque sean chicas y les correspondan por paridad, la tienen por sus resultados deportivos. También tenemos a cuatro chicas y a cuatro chicos con beca (contando a Alberto y a Érik) en el CAR de Sant Cugat. Esto supone un hito histórico.

Antes de los Juegos, tuviste muchos problemas para entrenar con Alberto, te quejabas de falta de infraestructuras.
Quiero decir que jamás quise ofender a nadie diciendo que nos faltaban infraestructuras. Agradezco mucho el apoyo que nos han dado, en Sputnik y en otros rocos. Pero eso no significa que tengamos lo mismo que tienen los austriacos, los franceses, los italianos, los suizos, los estadounidenses. Yo me refiero a eso, a que quiero trabajar en igualdad de oportunidades y en igualdad de recursos, y en eso sí que estamos muy, muy, muy, muy lejos.

David Macia Sputnik Climbing
Durante la entrevista.

 

¿Cuál es la diferencia entre estos países que citas y nosotros?
Pues, por ejemplo, hay un núcleo al norte de Italia, sur de Alemania y Tirol austríaco donde tenemos rocódromos de Copa del Mundo a una hora de viaje uno tras otro, con infinidad de vías, muchas de ellas de competición, muro de velocidad… y eso está al alcance de un grupo importante de escaladores que se va nutriendo y muchas selecciones tiran de eso: los eslovenos suben allí, después se van a Suiza, luego a Munich… Y todo eso recorriendo distancias de, como mucho, 150 kilómetros. Nosotros, antes de los Juegos, solo teníamos un muro de velocidad con crono oficial, en Pamplona, y Alberto estaba en Barcelona. Y por otra parte, el presupuesto: nosotros tenemos que hacer encaje de bolillos, milagros.

Ya para acabar: ¿qué país crees tú que ahora mismo se encuentra a la vanguardia en lo que se refiere al entrenamiento?
Yo veo dos tendencias muy importantes y diría que en la punta de la pirámide está la que más se basa en la escalada. Hablo por ejemplo de los japoneses. Aunque son muy cerrados, los conocemos bien, hemos estado allí mucho tiempo, hemos entrenado con ellos, y escalan y escalan… Eso no significa que luego puedan dar el mejor valor del mundo tirando de una regleta o lo que sea, pero escalan horas y horas. Cuando vamos a entrenar con las eslovenas es lo mismo: horas, horas, horas de escalada. Adam Ondra nos invitó a su casa y estuvimos en Chequia, lo mismo: horas, horas… Cuando hablo con Josh, el coach del equipo de los Estados Unidos, lo mismo: vieja escuela. Con el que más me identifico es con Roman [Krajnik], entrenador de Janja [Garnbret], mucho más joven que yo, pero somos contemporáneos en el tema del entrenamiento y creo que nos parecemos mucho; horas de roco y venga y otra vez y otro intento y otra vez y otra vez y otra vez… Al final el tronco común es eso. Sin despreciar otros sistemas, me da la impresión de que hay una tónica en la punta del alto rendimiento en centrarse bastante en lo que es la propia actividad. Eso no significa que haya que despreciar otra manera de entrenar, al contrario, puede aportar, pero digamos que yo sigo el patrón basado en horas de escalada.

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